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Hace algunas semanas tenía en mis manos un informe del FMI que aseguraba que la competitividad española estaba cayendo en picado y que, salvo circunstancias excepcionales, seguirá cayendo en los próximos años.

En estas fechas en las que casi todo se paraliza, en la que la mayoría estamos ya empezando unos días de descanso, en la que muchos vamos a buscar algunos momentos de relax y de replanteamiento de temas y proyectos, es conveniente, sin embargo, que no nos olvidemos de que a la vuelta (al margen del proceso electoral en el que nos veremos inmersos) deberemos seguir enfrentarnos ante una situación compleja y difícil y en la que vamos a seguir teniendo la necesidad de seguir ajustándonos sin que, por otra parte, parace que sepamos aprovechar tales ajustes para mejorar la plataforma sobre la que sustentar el necesario cambio de modelo económico.

Un nuevo modelo del que lamentablemente ya nadie casi habla. Un ejemplo: ¿Alguien es capaz de recordar algo sustantivo sobre el famoso concepto de economía sostenible, lanzada por nuestro ejecutivo hace algún tiempo?. No tengo ninguna duda y si todas las certezas, de que o no tenemos modelo alternativo o hemos hecho muy poco para dar con él. Parece que todas la soluciones pasan por el turismo, los servicios y las inversiones en el extranjero. Francamente no creo que sea suficiente.

A excepción de la profundización del peso internacional de nuestra economía (lo que evidentemente es muy favorable a medio y largo plazo) no percibo por ninguna parte que hayamos sabido crear “un modelo alternativo” al industrial/construcción/turismo en el que fundamentamos el crecimiento de nuestra economía en los años anteriores al 2008.

A pesar de que mucha gente se refuerza en la frase de que “las crisis son buenas para ofrecer nuevas oportunidades y con el optimismo y la confianza saldremos de esta”, reiteradamente usada por nuestro actual presidente, no parece que tampoco los términos utilizados por el actual líder de la oposición “con el gobierno actual no saldremos, hacen falta ideas nuevas que traeremos gente que ya gobernamos hace un montón de años”, nos anuncien la buena nueva que nos permitirá, quizás un tanto milagrosamente, salir del marasmo en el que nos encontramos.

En términos reales los datos macroeconómicos no pueden ser más negativos: Seguimos sin crecimiento económico, no existe el crédito para las pymes, mantenemos niveles de desempleo cercanos al 20%, y el consumo está en situación agonizante. Por ello es evidentemente claro que necesitamos de un nuevo impulso para gestionar los cambios que precisábamos para abandonar un modelo que se ha mostrado claramente obsoleto, y que ha hecho que nuestra economía destaque por ser la que muestra peores ratios en crecimiento económico y se mantenga en las primeras posiciones en el volumen de desempleo.

Recordemos los datos recientemente confirmados por la EPA. Hemos pasado de 1,7M de desempleados (junio del 2008) a 4,8M tres años después. Constatamos que a pesar de que fuimos capaces de crear 8M de empleos en los años de bonanza muchos de ellos se han perdido con la crisis y no parece que puedan recuperarse a corto plazo. Destaquemos que la contratación fija sólo se ha reducido en estos tres años en 46.000 personas. Recordemos, por último, que el volumen de desempleo entre los trabajadores inmigrantes (a pesar de que más de 300.000 de ellos han abandonado nuestro mercado de trabajo) sigue situado en niveles superiores al 30%

Es evidente que todos estos datos ponen de manifiesto con claridad la dualidad de nuestro mercado de trabajo, una circunstancia a la que me he referido en reiteradas ocasiones en mi blog y uno de los elementos de “perversidad” de nuestro marco de relaciones laborales.

Aquí es donde estamos y donde vamos a estar en Septiembre.

Mientras tanto no sé qué nos espera al inicio del curso. En todo caso reafirmar que siguen siendo necesarias medidas creíbles y urgentes que de verdad incentiven el mantenimiento del empleo y que protejan a los que lo pierden. No tengo claro que no sea necesaria una profundización de la reforma laboral desarrollada por el ejecutivo actual. Es duro reconocer que las víctimas colaterales son casi siempre las mismas y que jóvenes, inmigrantes y los peor formados son los que integran la gran masa de nuestros desempleados y a los que lamentablemente estamos abandonando. Todavía sigo sorprendiéndome por la falta de mayor conflictividad social.

Ahora bien, como hay que ser positivos, esperamos que algo ocurra en los próximos meses para que (con el apoyo o a pesar del nuevo gobierno) podamos iniciar un nuevo camino que nos lleve a corregir los desequilibrios que entre todos hemos creado. Siempre nos quedará la esperanza y el deseo de que lo que venga a partir de Septiembre sea sin duda mejor de lo que estamos viviendo en estos momentos.

Feliz verano a todos.