Tiempo de lectura: 3 minutos

Leí con interés (como por otra parte hago casi todos los fines de semana) el excelente artículo publicado por Javier Cercas en el País Semanal del pasado domingo titulado..… 

“El cambio sin cambio”.  Escribe Cercas “Muchos acogimos la irrupción de Podemos sin reticencia o con esperanza: parecía la cristalización política del 15-M, en muchos sentidos lo más saludable que ha ocurrido en España durante los últimos años” y prosigue “Ante el 15-M se abrían dos opciones para los partidos políticos: una, escuchar las protestas, tratar de entenderlas y abrirse a las nuevas inquietudes y a sus portadores; la otra, considerarlas una amenaza, no escucharlas o fingir que las escuchaban sin escucharlas y cerrarse a ellas”. Para terminar sus argumento de la forma siguiente: “previsiblemente, los partidos optaron por la segunda opción;  porque en España los partidos se han convertido en clubes exclusivos, casi carentes de democracia interna, y también en agencias de colocación, donde todos parecen velar por sus propios intereses y nadie por los de todos”

En un post publicado en mi blog el 06/06/2013 titulado “Iniciando nuevos tiempos” comentaba mi posición coincidente con el análisis formulado por el Círculo de Economía respecto a tres razones que, unidas a los hitos procedentes del exterior, iban a hacer más difícil para nosotros la digestión de la crisis. Estos hitos o factores que, evidentemente, habían sido claramente señalados por el movimiento del 15M son los siguientes.

Un modelo económico en el que todo valía, lubricado por la existencia de recursos prácticamente ilimitados (derivados tanto de la burbuja inmobiliaria como de la presencia de los fondos europeos de cohesión). Unos mecanismos de representación política que no facilitaban el trasvase de talentos entre el sector público y el privado y que habían llevado a los partidos políticos a convertirse en máquinas burocráticas con una nula democracia real interna y con poca relación con las demandas de los ciudadanos. Por último la existencia de una sociedad civil aburguesada, complaciente y que miraba hacia otro lado cuando se producían abusos de todo tipo por parte de la clase política.

Afirmaba para terminar que debíamos utilizar las propias reflexiones del Circulo y crear  “un nuevo marco institucional rearmado y válido para las próximas generaciones” siendo esta la mayor de la prioridades para los próximos años.

Pues bien la pregunta que cabe formularse es la de si Podemos es la punta de lanza de este proceso o bien se trata de un cambio para que nada cambie.

Sigue Javier señalando que la clave del movimiento del 15-M “fue que el primer problema de este país era político antes que económico “¡Democracia real ya!” significaba que nuestra democracia era pobre e insuficiente y que amenazaba con convertirse en una partitocracia, un sistema donde los partidos habían colonizado la sociedad y se habían convertido en focos permanentes de corrupción”. Una intuición o análisis válido ya que sin éste problema probablemente la resolución del resto resultaría mucho menos compleja,

Y, ¿qué es lo propone Podemos para resolverlo? Tengo que darle toda la razón cuando Javier contesta a esta pregunta con un simple “No lo sé”. Desconocemos realmente sus propuestas sobre sobre normativa electoral, sobre los cambios necesarios en la legislación de partidos políticos, etc. Por lo demás resulta significativo el cambio que se ha producido en sus formulaciones desde el momento que han visto consolidar sus perspectivas electores.

Y mientras tanto sigue siendo sorprendente que “cada vez que alguien les pregunta por algo concreto –sea la independencia de Cataluña o la Semana Santa sevillana–, la respuesta sea la misma: “Nosotros, lo que diga la gente”. ¿Carecen de ideas propias? ¿O es que les da igual lo que hagan al llegar al poder porque lo único que les importa es llegar al poder?”

Soy con Javier y con otros muchos uno más de los que pienso que finalmente es posible que la aparición de Podemos haya supuesto simplemente un aire fresco que cuando ha entrado en una habitación termina, al poco tiempo, siendo absorbido por el “aire viejo” y que, a pesar de que puedan tener un buen resultado electoral su aparición en nuestro contexto político sea solo un cambio lampedusiano, uno de esos cambios en los que se cambia algo para que no cambie nada”.

Confirmo de todas formas que me gustaría estar totalmente equivocado y que espero y deseo que la presencia de Podemos y del resto de nuevas fuerzas políticas suponga el punto de arranque para la resolución de los tres graves problemas de «asolan» nuestro sistema democrático, y a los que hago referencia en este post.