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Terminamos este año, una vez más, en una situación compleja y llena de incertidumbres.

Todos los datos apuntan a un alargamiento de la crisis bélica en Ucraina, (voy a perder una apuesta que formulé en el mes de Setiembre en la que aposté porqué el conflicto estaría liquidado a finales de año) y a que seguimos sin afrontar con la fuerza necesaria los impactos del cambio climático. Y no somos conscientes, o en todo caso actuamos como si no lo fuéramos, que la suma de ambas realidades nos lleva a tener que sufrir unas consecuencias económicas y sociales muy relevantes.

Las perspectivas pues no nada halagüeñas. Cuando habíamos conseguido superar la crisis sanitaria nos enfrentamos con un nuevo problema (conflicto bélico) que no ha permitirnos concentrarnos en lo realmente importante y que nos impide tener una visión optimista sobre el inmediato futuro. Sin embargo, tengo el convencimiento de que el ser humano que tiene la cualidad de complicarse la vida cuando no es necesario goza también de la cualidad/suerte de finalmente encontrar una luz que le permite salir del túnel en el que el mismo se ha colocado.

“Pues bien, a pesar de todo, nada nos debería hacer renunciar al convencimiento de que (…) finalmente, dejaremos atrás esta pesadilla y recuperaremos el camino del progreso y del bienestar. ¿Ingenuidad? Quizá sí, pero avalada en todo caso por una larga lista de experiencias parecidas que la humanidad ha superado para dar continuidad a una historia de progreso”. Por este motivo y a modo de coincidencia en las frases anteriores escritas por Miquel Roca es por lo que he escogido la frase “al final la luz siempre gana sobre la oscuridad” para expresar mis deseos cara al nuevo año.

El pesimismo es también una cualidad humana. Sin embargo “no es con esta actitud que venceremos la crisis. El pesimismo ni ayuda ni sirve de nada. Podemos instalarnos en la conformada tarea de inventariar el desastre, rehuyendo la responsabilidad de luchar para superarla. Podemos, malsanamente, magnificar los dramas. ¡Pero no nos llevará a ningún consuelo ni nos dará fuerzas para hacerle frente! (…)  ¡Hay que decirnos, sin rodeos, que todo irá bien! O, teniendo más los pies en el suelo, ¡que todo puede ir bien!”


La aceptación de la realidad no es incompatible con la voluntad de cambiarla. Ha sido precisamente esta voluntad, el convencimiento sobre la propia capacidad de transformar los dramas en oportunidades, la que ha movido los grandes momentos de la historia.


Pero, mientras tanto, el escenario político en el que vivimos es francamente lamentable y poco ayuda a tener una visión optimista del futuro. “Tal como vamos, no. Todos contra todos, nada es posible. Todos contra los otros o contra los propios. ¡Así, no! Todo el mundo quiere destacar desde la crítica y cuando más agria, mejor. Pero cuando la crítica se olvida de la responsabilidad de construir, cuando (a) la confrontación legitima (le) falta (la) colaboración que la situación reclama, no se hace otra cosa que profundizar en la crisis. Hacerla más grave. Así, el pesimismo se impone”. La confrontación existente nos está llevando a la negación, a no reconocer la fuerza que entre todos almacenamos y a destruirnos como sociedad y como colectivo. “Somos mucho más de lo que ahora se nos permite demostrar”.

“Así, no. Devaluando las instituciones, no haremos nada”. No vamos a ser capaces de gestionar y superar la crisis  sólo con insultos y descalificaciones y con la negación de todo aquel que no piensa como yo o forma parte de mi colectivo/grupo. “Hay un debate sobre los límites de la unidad; es legítimo, pero no debería haber dudas sobre el coste de la desunión”. Solo un ejercicio responsable por parte de todos nos ayudará a mirar confiadamente hacia delante. «Responsabilidad social, colectiva, de todos (…) Pero construir el futuro es una tarea de todos y (sólo) con el esfuerzo y el sacrificio de todos que es posible”.

Necesitamos crear escenarios para que todos asumamos mayores dosis de responsabilidad sobre los actos que desarrollamos tanto a nivel individual como colectivo. Pero hay que empezar porque ésta esté en el punto de referencia de los poderes públicos. Estos deberían de dar “una imagen de solvencia pública, de competencia, de seguridad jurídica, (…) La convicción con nosotros mismos también pide hacer sentir el orgullo del pueblo, de la ciudad, del país. Ganar el respeto internacional nos dará más opciones de futuro”.

“Pero tal como vamos se nos está robando la ilusión del futuro. Esto, tal como ahora vamos, no. Basta de peleas como excusa; basta de confrontación para huir de la realidad. Podemos ganar la crisis. Podemos salir fortalecidos. Podemos mirar confiadamente hacia delante. Podemos ser optimistas; tenemos derecho. Pero tal como vamos, no”.

Comentario final: Las reflexiones de este post están inspiradas en un artículo de Miquel Roca del mismo título publicado en la Vanguardia y referido en su caso a la superación de la crisis del Covid-19 y que me he permitido adaptar a la situación que vivimos hoy. Y que en muchos aspectos en un cromo duplicado respecto a la vivida hace 2 años. Un artículo accesible en el link https://www.lavanguardia.com/opinion/20200929/483747688762/asi-no.html