Me parece relevante recordar que el tema central de la reunión del World Economic Forum celebrada en Davos el pasado mes de Enero fue “El dominio de la cuarta Revolución Industrial”.
Hemos de ser conscientes de que cuando utilizamos hoy este concepto, nos referimos, a los cambios, muchos de ellos disruptivos, que se están produciendo en nuestras vidas como consecuencia del desarrollo de los procesos de inteligencia artificial, la robótica, la genética, la nanotecnología. Todos ellos ámbitos que están provocando como ya he indicado en otros post como http://pauhortal.net/blog/transformacion-digital-o-cultural/ la transformación generalizada de nuestro entorno vital.
Un proceso que destaca por su rapidez y su extensión. Vivimos una situación en la que de la misma forma que se está produciendo grandes ajustes y cambios en los modelos organizativos, lo hará también en la forma como nos comuniquemos, relacionemos o inclusive curemos.
Un contexto en el que el concepto de trabajo va a verse modificado radicalmente dado que vamos a desarrollar actividades laborales de una forma que hubiese sido impensable hace tan sólo una generación.
La primera revolución (finales del siglo XVIII) se produjo como consecuencia de la utilización del agua y del vapor en los procesos industriales. La segunda (finales del siglo XIX) fue fruto de la aparición de la electricidad tanto en los entornos industriales como en la vida del ser humano. La tercera (1970), que muchos de mi generación ya hemos vivido, se produjo en el momento de la introducción del ordenador en los procesos productivos.
La que ahora estamos viviendo está caracterizada por la aparición, asimilación y fusión de tres procesos que sumados van a significar cambios incluso más relevantes en nuestra forma de vida que los supuestos por las otras tres revoluciones anteriores juntas.
A saber los aspectos, físicos, digitales y biológicos. Y no tan sólo por el impacto que van a producir sino por la velocidad y el alcance que van a tener.
Todo ello comportará cambios en la vida humana. Estamos viviendo una nueva era centrada en la libertad total al acceso al información, y al conocimiento. Algo que nunca había ocurrido y que de la misma forma que está modificando las formas de producción y de organización va a cambiar las estructuras de las que disponemos para la gestión social y pública. Es muy probable que en 20 años las estructuras democráticas basadas en los partidos políticos sean cambiadas por no sé muy bien que otras organizaciones. Pero parece lógico que si lo demás cambia también es posible que se modifiquen las estructuras de gestión de lo público.
Pocas veces somos conscientes de los cambios que estamos ya viviendo y aceptado. Constatemos cosas que ya son posibles hoy o que lo serán en un corto plazo de tiempo: En el ámbito de la inteligencia artificial estamos ya disponiendo de software para descubrir nuevos fármacos, predecir comportamientos, detectar motivaciones o intereses de los individuos. Somos capaces de traducir de forma simultánea y ya disponemos de coches sin conductor o de aviones impulsados y “conducidos” por asistentes virtuales.
Mientras tanto los desarrollos en los ámbitos biológicos y de la salud son ya espectaculares. Hoy hemos podido multiplicar por 3 la esperanza de vida –y en buenas condiciones- de ratones en laboratorio lo que trasladado al ser humano permitiría que éste pudiera “vivir con normalidad” 200 o 300 años. Por otra parte en el entorno de la robótica existen ya a nuestra disposición tecnologías de fabricación digital impensables hace tan sólo 10 años.
Lo que estamos viviendo comportará la modificación sustancial de nuestros entornos vitales y cambios revolucionarios en el concepto de “trabajo”, como ya se están generando en el concepto de “empleo”. Estamos asistiendo a la desaparición de muchas de las profesiones y actividades hoy desarrolladas por seres humanos y la sustitución del factor humano por robots, por no citar los cambios en las competencias y habilidades que requerirán las nuevas tecnologías y la aparición y desarrollo de nuevas actividades que hoy ni tan solo podemos imaginar. Es probable que todo ello haga que el talento (incluso por encima de la capacidad financiera) sea el factor crítico en los procesos productivos.
Es posible que seamos más eficientes y productivos pero vamos a generar un incremento de los niveles de desigualdad social. Cómo la automatización supone una reducción del volumen de trabajadores para producir productos y gestionar servicios conllevará el incremento de la brecha entre las clases sociales, con una llamada “clase media” tendente a desaparecer. Recordemos que un informe presentado en el Foro sobre los “empleos del futuro” prevé que para el 2020 (tan sólo dentro de 5 años) se perderán tan sólo en Europa 5M de empleos como consecuencia de los cambios tecnológicos.
Finalmente esta 4ª Revolución Industrial llevará (si no se producen correcciones que por ahora resultan muy difíciles de imaginar) a la consolidación de un mercado de trabajo más dual y con mayor distancia entre los segmentos de baja cualificación/bajos salarios/flexibilidad con los de alta cualificación/elevadas compensaciones/seguridad.
Un proceso que puede comportar, sin ningún género de dudas, un nuevo foco para el incremento de las tensiones sociales a unir al resto que estamos viviendo en estos momentos (pobreza, islam etc) y que serán sin duda la génesis (porqué no nos olvidemos que el ser humano es capaz de adaptarse a todo) de profundos cambios sociales y políticos.
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