Por primera vez en la historia de mis felicitaciones digitales, iniciada en 2003 y consolidada a partir del 2008 con la puesta en marcha de este blog, reutilizo un concepto o mensaje que ya usado en otro momento.
Este es el caso de la frase que os propongo como reflexión para finalizar 2021 y afrontar el inicio de un nuevo año. A saber: “Si nunca nos perdemos, no encontraremos nuevos caminos” el mismo concepto que ya usé en 2010, aunque con alguna variación de carácter menor.
Han pasado 11 años, han cambiado muchas, muchas cosas pero en lo fundamental seguimos casi igual… Recuerdo la frase final del mensaje publicado en este blog el 31 de Diciembre de ese año “Espero que todos/as encontremos aquello que precisemos para seguir con nuestro recorrido vital, que sepamos superar las circunstancias adversas en las que nos toca vivir, que tengamos la capacidad para exigir a nuestros dirigentes que impulsen los cambios que debemos implantar, que seamos exigentes con nosotros mismos ya que somos los primeros responsables de lo que nos ocurre y, por último, que nos impliquemos de verdad en la construcción de un mundo mejor para las generaciones futuras”.
Podéis encontrar la versión original en Si no nos perdemos nunca….. – Pau Hortal y comprobaréis que las diferencias son mínimas (la introducción del concepto los/las –los elementos de la diversidad de género no eran tan evidentes hace 11 años- y un giro a la frase final respecto a la implicación personal en el resultado que vamos a dejar a las nuevas generaciones). Dicen que con la edad el ser humano tiende a mirar más al pasado que al futuro (y cierto es que ya tengo un década más que entonces) pero os juro que en mí no encontraréis, creo, a una persona que tiene concentrada su mirada en el pasado, Por lo menos es lo que creo y pienso. Y de hecho las iniciativas que sigo impulsando, por cierto no presentes ni imaginables en 2010, son un dato objetivo que refuerza el mensaje anterior.
Mientras estoy escribiendo estas líneas estoy pensando que hay algo común en la situación que vivíamos en 2010 y la que vivimos hoy.
Parece que estemos en el camino, todavía largo y difícil, de superar una nueva crisis, y empezamos a ser conscientes que, una vez más, hemos sabido afrontar, con éxito, realidades que hace tan sólo 2 años nos iban a resultar totalmente desconocidas. Vivimos y vamos a vivir tiempos de cambio, en los que el ser humano ha de ser capaz de seguir sorprendiéndose a sí mismo. Mientras tanto, nos vamos acercando a la que, si nadie pone remedio y sin ninguna duda, puede llegar a ser la más relevante de todas las crisis… Y me refiero, a los efectos del cambio climático.
Si queremos sobrevivir y prosperar en esta era de incertidumbres de toda índole, tendremos que aprender a superar las dificultades, y sobre todo adquirir la competencia de “mirar hacia el futuro”. Aunque todos sentimos hoy la fuerza del impulso del retorno a la normalidad pre-pandémica tenemos que asumir que muchos de los comportamientos de esa “normalidad” no aseguraban, ni mucho menos la capacidad para afrontar los retos que tenemos a corto y/o medio plazo.
Aunque estamos mentalmente programados para pensar a corto plazo, tenemos que perfeccionar nuestras habilidades y analíticas, y desarrollar una mayor capacidad de anticipación, adaptación y resistencia.
Esperemos que, el futuro no sea tan negro como muchos imaginan gracias a nuestra capacidad de soñar y de hacer que los sueños puedan convertirse en realidad. Esperemos ser capaces de encontrar el nuevo camino que, utilizando la reflexión final usada en 2010, nos permita “construir un mundo mejor para las generaciones futuras”.
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