Tiempo de lectura: 5 minutos

Reanudo mi contacto con vosotros con un comentario dedicado a analizar unas cifras que no son más que una muestra palpable del verdadero drama que vivimos hoy y que va a resultar una dura carga para nuestro próximo futuro. 

Escribí hace aproximadamente un año una entrada con el mismo título al que lamentablemente he tenido que añadir el texto que figura dentro del paréntesis. No me cabe ninguna duda de que llegaremos a la cifra brutal de 6M de desempleados.

Por lo demás deseo a mis lectores que hayan podido disfrutar de unos días de descanso como yo mismo, días que por cierto he dedicado también a recibir a mi primera nieta.El gran impacto de esta crisis se vive en las casas de varios cientos de miles de familias que no cuentan entre sus miembros con ningún trabajador en activo, y en algunos casos, todos son desempleados que han agotado las prestaciones contributivas al estar inmersos en procesos de larga duración. Aunque esta situación adversa pueda estar tamizada por una economía sumergida que tengo la sensación que se ha duplicado en los últimos años, la situación es grave y en mi opinión este será el factor de más impacto, mayor coste y más difícil de superar que nos dejará la crisis. Más aún cuando los datos globales de desempleo se ven reforzados por el dato de que 1 de cada 2 de nuestros jóvenes se encuentra en esta situación.  

Evidentemente la responsabilidad de la situación no es sola de Zapatero ni de los  Ministros de Trabajo que han ocupado el puesto desde los inicios de la crisis, la responsabilidad es de todos, y, como he escrito en mi anterior comentario, de todos también es la responsabilidad de salir de forma positiva de esta situación. Hoy se ha hecho evidente que el modelo económico que hemos seguido desde los 80 era erróneo, estaba centrado únicamente en el corto plazo, se basaba en la aportación de recursos de la UE, y se fundamentaba en actividades y sectores que no podían mantenerse de forma indefinida (construcción por ejemplo). No hemos sido capaces de utilizar los recursos europeos para consolidar un tejido productivo de futuro, aunque sí que han servido para disponer de un volumen importante de infraestructuras que han lavado la cara al país, aunque algunas de ellas sean incluso objeto de debate y….. en algunos entornos europeos.

Mientras tanto: pensábamos que íbamos a ser la 8 economía del mundo, nos dedicamos a negar la crisis, después creímos que esta era una crisis que no tenía nada que ver con nosotros y finalmente nos pusimos a tomar medidas de carácter cosmético que pretendían lanzar mensajes a los mercados pero que no atacaban de verdad nuestros problemas ni suponían cambios sustanciales en nuestro modelo productivo. Pienso ahora, por ejemplo, en lo que hubiese ocurrido si Zapatero hubiese dimitido en Mayo del 2010 cuando tuvo que tomar las primeras medidas reales de ajuste impuestas por el directorio europeo. No se, evidentemente lo que hubiese ocurrido pero si que: a) hubiésemos ganado 2 años en encontrar más respuestas a la crisis y b) hoy probablemente tendríamos un gobierno de coalición. Luego llegó Rajoy y decidió esperar a tomar las primeras medidas a la celebración de las elecciones andaluzas en Marzo del 2012. Otro tiempo perdido.

En el anterior artículo de esta serie, escrito con anterioridad al proceso electoral que vivimos finalmente en el cuarto trimestre del 2011, me manifestaba claramente favorable a la necesidad de poner en marcha una reforma laboral. Decía que necesitábamos cambios laborales sustantivos que: modificasen los criterios de actuación de todos los actores del mercado de trabajo, simplificaran el marco legal, y consolidaran la flexibilidad y movilidad interna en el seno de las empresas e supusieran un impulso real a las políticas activas de empleo.

Aunque es bien sabido por todos que la reforma laboral por si sola no crea empleo, el problema, por otra parte también suficientemente conocido, es que a corto plazo las nuevas medidas de flexibilidad tan sólo han servido para incrementar el volumen de desempleo. Esto era evidente si no se producía un cambio de ciclo que como todos sabemos queda todavía algún tiempo para que se consolide. Por ello me posicionaba en el sentido de que no solo necesitábamos una reforma del marco legal, con objeto de buscar soluciones a corto y medio plazo sino que, debíamos empezar a trabajar en medidas que generasen los cambios culturales que permitieran modificar muchos de los comportamientos y de hábitos instalados en nuestros modos de hacer en el campo laboral y empresarial.

La reforma necesaria, es la que debería conllevar modificaciones sustanciales en las “reglas del juego” que lamentablemente han arraigado en nuestro modelo laboral y que no han sido bien atacadas, desde mi modesto punto de vista, en las modificaciones legales puestas en marcha en la legislación impulsada por el gobierno. A saber: las altas tasas de temporalidad, el alto nivel de “judicialización”, los niveles de absentismo, coberturas de desempleo percibidas como un seguro, etc. 

Probablemente todo esto sólo puede realizarse por un mix entre medidas concretas de aplicación inmediata y un urgente acuerdo social o “pacto de la Moncloa bis” Porqué, como se esta empezando a plantear ya abiertamente en los medios. ¿No son estas las circunstancias en las que se hace imprescindible un acuerdo global en el seno de las distintas fuerzas políticas?, ¿No sería este el momento en el que pensar en un gobierno de concentración?,  ¿No es necesario un acuerdo global entre todas las fuerzas políticas para sacar a este país del embrollo en el que estamos metidos?

El rol que nos corresponde dentro del contexto económico y mundial es muy distinto que el que esperábamos en la década de los 80, o nos creímos alcanzar en los primeros años del siglo XXI. O nos adaptamos nosotros mismos o nos adaptarán o dicho en términos más actuales, hacemos por nosotros mismos las reformas o nos las harán hacer por la vía de un rescate. Bienvenida la reforma pero si lo que queremos es salir de la situación en la que nos encontramos y como consecuencia reactivar el empleo (recordemos el título de la presente nota) no podemos quedarnos únicamente en reformas legales sino trabajar todos para conseguir los cambios sustanciales en la mentalidad social que nos permitirá modificar comportamientos que sólo nos han llevado al fracaso. Y para ello son necesarias reformas a largo plazo: en el modelo formativo, en la administración pública, y sobre todo en las formas de actuar en el día a día de todos. Es evidente que éstos cambios no van a poderse realizar en un día, pero si no empezamos ya, nunca se llevarán a cabo.

Terminaba una nota reciente haciendo referencia a que la confianza se ha convertido en un bien escaso, y al hecho de que el grado de desprestigio de la clase política está incrementándose por momentos. También haciendo referencia a la necesidad de cambios estructurales que, lamentablemente, no veo por ninguna parte. Por último necesitamos inculcar a nuestros jóvenes el valor del esfuerzo para lo cual sigue siendo bueno recordar de nuevo el mensaje de Albert Eisntein. “Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia”.