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Es muy posible que en el futuro, (dentro de tan sólo 15 años) el concepto de trabajo no esté vinculado al concepto de “empleo” por lo menos para un alto porcentaje de los seres humanos.

Un proceso que no es nuevo pero que se está consolidando e incrementando en los últimos años tal como expone Enrique Dans en su artículo http://www.elespanol.com/opinion/columnas/20161208/176862316_13.html

Y que ha generado en las sociedades más avanzadas la puesta en marcha de un modelo social que permite dar a los excluidos una cobertura social y económica dirigida a facilitarles la adaptación necesaria al nuevo contexto. Un proceso que se consolidó en el llamado “estado del bienestar” surgido en Europa después de la segunda guerra mundial y que se ha acelerado desde la década de los 80 como respuesta a las situaciones cíclicas de crisis económicas y a los procesos que está generando la que ya describimos como 4ª revolución industrial.

Este proceso de sustitución no se limita ya a los trabajos de menor cualificación (repetitivos, mecánicos, con mayores riesgos etc) sino que se extiende a actividades o empleos de mayor nivel de cualificación y precisados de mayores competencias. «A medida que avanza la tecnología, una máquina puede llevar a cabo cada vez más trabajos o más tareas de determinados trabajos, y además, hacerlo mucho mejor, de manera más previsible, con más calidad y mucho más barato”….. Algunos ejemplos “El supermercado de Amazon es solo una constatación más: los cajeros están destinados a la extinción. También los conductores: el futuro de la automoción no es la asistencia al conductor sin su sustitución total. Y el futuro apunta a mucho más, incluso a sustituir a quienes toman decisiones analizando contexto complejos. Y la solución no es la de volver para atrás, porque recordemos la certeza de que no es posible poner puertas al campo.


Como hemos constatado en la evolución del ser humano todos los procesos de cambio y avance tecnológico terminan siendo irreversibles.


Como afirma Enrique “Quien no lo quiera ver, es simplemente porque no mira atentamente. Y no, la solución no es desinventar la tecnología”.

“¿Qué vamos a hacer las personas a medida que las máquinas hacen nuestros trabajos? ¿Está preparado el sistema de coberturas para acoger a cada vez más personas? Podemos pensar en recualificar a algunas, pero sin duda, no a todas: ni siquiera está claro que vayan a surgir tantas nuevas actividades como empleos perdidos. «Todo apunta, más bien, a que avanzamos hacia una redefinición de lo que el trabajo significa en la sociedad”. Una vez más coincido totalmente con las opiniones de Enrique.

Estamos asistiendo al fin de un sistema. En el futuro nada será igual a lo que hemos vivido los que ya tenemos una dilatada trayectoria vital. No podemos esperar, no podemos seguir haciendo lo que hemos hecho, tenemos que adaptarnos, tenemos que cambiar si queremos dejar a las generaciones futuras un mundo mejor.

Cuando hoy se pregunta a profesionales de todo tipo sobre el futuro de la digitalización/robotización lo que se muestra es la suma de “una frágil seguridad y una prudente inquietud” tal como ha expresado Salvador Enguix “la automatización de muchas tareas avanza rápidamente y se perfila un panorama laboral transformando, en el que las máquinas sustituirán a los seres humanos en muchos empleos”. Y es posible que esta realidad ya se produzca en el 2030 aunque, evidentemente será un proceso evolutivo.

Frente a los que auguran un futuro muy negro, recordemos que no todo es negativo en la evolución del ser humano. Que como en todo siempre hay una esperanza. Estamos asistiendo a diversos intentos (estructurales, organizativos etc) que suponen organizar nuevos modelos y nuevas formas de trabajo. Nuevos modelos que además han de dar respuesta a los otros retos que se nos presentan en paralelo a los que supone la robotización. Un ejemplo: el incremento de la esperanza de vida.

Un reto complejo si tomamos en cuenta que en el presente siglo XXI el ser humano tendrá una esperanza de vida de 150 años. Es previsible por tanto que el acceso a la jubilación se produzca a los 100 años. ¡Otro reto mayúsculo que deberemos afrontar!