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El dilema entre regular (mantenerse) o experimentar (cambio) es hoy un elemento clave en todos los procesos de transformación. Y como siempre, la solución final pasa por encontrar el equilibrio adecuado.

Asi finalizaba el primero de los post de esta serie accesible en en el link Transformación: Regular o experimentar –  Una reflexión que es aplicable perfectamente a la situación que estamos viviendo en este momento, (en plena segunda etapa de la pandemia del covid-19. Por cierto comentaros que he decidido dejar de hablar de este tema y centrarme a partir de hoy mismo en lo que nos viene encima cuando finalmente superemos sus efectos con el objeto de afrontar la «nueva realidad o normalidad» con posibilidades de éxito. Y evitar el riesgo de volver a cometer los mismos errores que en el pasado.

Marc Vidal en https://www.marcvidal.net/blog/2017/6/30/cuando-la-economa-colaborativa-no-es-colaborativa-y-cuando-regular-no-es-prohibir expone la reflexión siguiente: “La transformación digital de todo, la disrupción del mundo digital en muchos campos tiene en el negocio del transporte de personas un ejemplo interesante”. Si las organizaciones existen en la medida de que existen clientes/consumidores y usuarios interesados en la compra o el uso de sus productos o servicios, si “el cliente es el centro, en la cadena de valor el consumidor es el protagonista y todo tiene que girar en ese sentido. Los taxistas, en sus reivindicaciones no lo hacen, en su ejercicio no lo evidencian y en su servicio no lo aportan” Un sector en el que como no podía ser de otra manera se ha constatado que frente a las nuevas realidades no podemos actuar como lo hacíamos.


No se trata de prohibir o regular como se regulaba antes (…) Se trata de entender un mundo diferente y con reglas distintas y de ejecutar un plan para que la transición a la obligatoria convivencia de dos mundos muy distintos se produzca. Esto no lo va a parar nadie y sería bueno que se le denominara como es”.


Este ejemplo es sólo una muestra de que ante un enfrentamiento entre un modelo preexistente y otro nuevo ninguna de las dos partes son ecuánimes en sus planteamientos y propuestas.  Y lo ocurrido con este sector (después de los conflictos que hemos vivido recientemente) es una clara muestra de cómo podemos avanzar. Se trata simplemente de aplicar la máxima de “dos pasos adelante y uno atrás”. O en otras palabras de que frente a las legítimas, pero a menudo inconsistentes posiciones, de las partes se necesitan un formato de regulación que permita experimentar y analizar las consecuencias de los pasos que se pueden dar.

“Por eso sería bueno que unos aceptasen definirse como lo que son, otros aceptaran que vivimos en un mundo distinto” y finalmente los legisladores se atrevieran a encontrar los caminos que permiten avanzar. De hecho, todos constatamos que después de la crisis y de la regulación que ha hecho que se impongan algunas limitaciones a las plataformas de vehículos el servicio ha mejorado ostensiblemente.

Aunque recordemos que el problema final no se va a producir entre los diferentes formatos de prestación de servicios de transporte de personas que hoy conocemos (sean taxis o plataformas) si no entre estos y una nueva disrupción que va a aparecer muy pronto. Y me refiero a la que va a provoca el vehículo autónomo.

Una de las mayores aportaciones de la Digitalización y la Inteligencia Artificial es la de conseguir mejores niveles de eficiencia en todo tipo de transacciones. Esta “es una de mis reflexiones más habituales, y sobre todo en temporadas en las que viajo más: ¿por qué diablos tengo, si quiero subirme a un medio de transporte o acceder a un sitio, obtener en muchos casos un billete de papel que, además, incluso necesito mostrar a una persona en un punto de acceso, creando cuellos de botella y colas en sitios que podrían funcionar de maneras mucho más racionales? Una pregunta que Enrique Dans se formula en https://www.enriquedans.com/2017/05/racionalizando-las-transacciones-cotidianas.html y que luego prosigue con sus reflexiones sobre los frenos que se colocan en muchas organizaciones del sector privado y sobre todo de la Administración para (basándose en criterios de legalidad, equidad y no lo olvidemos de impacto en el empleo) para evitar la puesta den marcha de procesos que más pronto que tarde serán realidad.

Si queremos que un país, un entorno social, una administración pública o una organización sea percibida como como innovadora, “no te preocupes por sus resultados económicos, preocúpate por la transformación que va a generar, por la manera en que tu idea va a cambiar el mundo. El dinero ya vendrá cuando lo hayas hecho. Preocuparse por el dinero… es de pobres” Otra reflexión de Enrique accesible en https://www.enriquedans.com/2017/04/la-percepcion-de-la-innovacion.html? y que muestra con total crudeza el dilema con el que nos enfrentamos hoy.

Es posible que después de la crisis del #Covid19 demos un paso atrás en determinados entornos (como por ejemplo la globalización económica). Es posible que cambien incluso algunas de las formas de relación humana. Sin embargo, lo que es impensable es que se den pasos atrás en las formas en que como clientes/usuarios/ciudadanos nos relacionemos con las organizaciones, los proveedores de servicios e incluso la Administración Pública. Por ello todos los esfuerzos para retrasar estos procesos resultarán inviables y tendentes al fracaso.

Escribiendo este texto acabo de oír un anuncio de una determinada administración pública ofreciendo un servicio de atención y consultas basado en la web. “¿Qué planteamientos faltan para superar esas resistencias y que ese tipo de despliegues se conviertan en realidad?”. Un ejemplo más de la contradicción entre regular y experimentar.

Debemos de oponernos a todos los que basándose en el miedo a la experimentación en muchos entornos organizativos actúen como freno a cualquier tipo de innovación.