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En el ámbito del empleo tenemos un problema y necesitamos ponernos a ello, afrontarlo y no mirar para otro lado. Y ello exige que todos actuemos de forma no reactiva, con un enfoque positivo y también ser capaces de perder el miedo a la experimentación.

No se trata de acertar a la primera. Podemos equivocarnos pero hemos de ser lo suficiente ágiles para corregir/corregirnos. El reto es mayúsculo pero las oportunidades también. Y debemos de saber distinguir entre lo que es relevante y lo que no es. Y un ejemplo de ello es, desde mi punto de vista, algunos de los debates que nos tienen totalmente ocupados en este momento: A título de ejemplo: el control horario, la reducción de la jornada laboral etc…. ¿De verdad creéis todos que estos son los problemas que debemos de afrontar en nuestro mercado de trabajo o nuestro modelo actual de relaciones laborales?

No podemos afrontar los nuevos retos con perspectivas del pasado. Porque como afirma Juan Francisco Gimeno hasta este momento las máquinas y los desarrollos tecnológicos que el ser humano creaban necesitaban personas. Sin embargo, lo que ahora estamos planteando es diferente ya que estas no llegan para completarnos sino sencillamente para sustituirnos”.

Necesitamos hacer una transformación cultural lo que supone emprender dos viajes simultáneos. Uno es el ‘viaje de los sistemas’, donde debemos cambiar algunos de los elementos estructurales que fundamentan el actual marco social basado en el empleo del conjunto de la población y el otro es el ‘viaje de las personas’, que requiere cuestionarse sobre cómo funcionamos nosotros mismos como seres humanos. Y para ello necesitamos un esfuerzo doble: el de nuestros líderes para poner estos temas en el centro del debate y el nuestro personal para cambiar nuestros paradigmas y asumir un compromiso personal en este proceso de cambio.

Sin embargo, la experiencia muestra que el trabajo de cambio más profundo, más relevante, más determinante para el éxito, la transformación interna de cada uno, no se suele enfrentar, a menudo, con la seriedad y profundidad suficiente lo que exige reconocer que es altamente probable (como afirma Nick Srnicek) “que la construcción del futuro pasa ineludiblemente por cambios culturales relacionados con la ética tradicional sobre el trabajo”.


El cambio exige una adaptación social y otra de carácter personal. Y que, de la misma forma que hemos cambiado nuestras conductas en materia de reciclaje, precisa que adoptemos cambios en nuestras formas de actuar en nuestras tareas o responsabilidades sean cuales sean las que estemos desarrollando.


Recordemos que, como ha afirmado recientemente Jorge Cajigas,tenemos una alta probabilidad de que el trabajo (por lo menos como lo conocemos hoy) pase a ser un bien cada vez más escaso”. Si no somos capaces de acompasar nuestra regulación y nuestra cultura laboral a los nuevos paradigmas (valor del talento, flexibilidad, colaboración, inexistencia de espacios cerrados/nichos cerrados, relaciones entre humanos y robots etc) perderemos la oportunidad de posicionarnos en la primera división de la nueva clasificación mundial que ya se está empezando a crear.

Como afirma Javier Creus es absurdo que la clase política se limite a prometer puestos de trabajo. Es imposible. “las modalidades de empleos estables a tiempo completo no desaparecerán, pero quedarán restringidas al 40% de las personas que trabajen. Este es el modelo el futuro. Me encantaría que nuestros políticos fueran un poco más allá y se comprometieran a garantizar ingresos para todos y también que todos los que puedan contribuir a la sociedad tengan el reconocimiento que corresponda”.


Un reto mayúsculo y al que queremos contribuir desde la Fundación Ergon. Creemos que tenemos una oportunidad única para renovar y modernizar nuestro mercado de trabajo.


Académicos, Profesores, Sindicalistas, Políticos, Gestores de RRHH, Profesionales de la Selección y/o Orientación) deberíamos dedicarnos a (ello) si deseamos encontrar las respuestas que demanda a gritos el presente y el futuro inmediato. Recordemos que los nuevos escenarios nos obligan a plantearnos nuevas y diferentes formas de pensar como de actuar. Debemos de aprender a conjugar y a mezclar (en los ingredientes adecuados) los conceptos de cambio e incertidumbre con los de equidad y seguridad. No puede ser que por querer garantizar los segundos sigamos actuando como lo hacíamos en pleno siglo XX. La resolución de un problema no es cuestión de tecnología, ni de medios ni de….., es solamente un ejercicio de voluntad. Mientras tanto reconozcamos que, aunque el trabajo no vaya a desaparecer, (y de ahí la relevancia de la profecía bíblica) es más que probable que cambie el concepto de empleo. De hecho, ya lo estamos viviendo.

He aquí algunas medidas a implementar y en las que desde la Fundación queremos aportar nuestro esfuerzo y compromiso:

  • Cambiar los paradigmas: Por ejemplo. la relación entre formación y trabajo, la estructura de las coberturas sociales de apoyo al empleo etc.
  • Establecer nuevas dinámicas de gestión tanto en los ámbitos más estructurales como en la gestión del empleo y en la de las políticas activas. No debemos tener miedo a la tecnología…,. debemos experimentar con ella y sacarle el máximo rendimiento posible.
  • Dar prevalencia a los factores técnicos sobre los de naturaleza «política» en la implementación de los programas y acciones empezando por establecer criterios de descentralización pero basados en criterios lógicos y de carácter objetivo.