Aunque la movilidad profesional (interna y externa) sea muy elevada en estos momento, no toda movilidad es positiva.
Un cambio profesional puede estar condicionado o motivado por muchas causas. Esté condicionado por causas externas o por decisiones voluntarias puede resultar a menudo una decisión transcendental y tener mucha relevancia en el futuro de la persona que ha optado por él.
Una de las dudas que se plantean cuando se produce una decisión de cambio de compañía es la del tamaño. Se trata de saber en qué manera el tamaño de una organización puede influir positiva o negativamente en el desarrollo de una carrera profesional. Sin embargo los especialistas sabemos que ni el tamaño, ni el status accionarial, ni el hecho de ser una compañía nacional o multinacional influyen de forma determinante en la evolución de la trayectoria profesional de un individuo.
Recordemos, lo importante y fundamental es el contenido del puesto y la adecuación del mismo a las capacidades, competencias y motivaciones de la persona.
Aunque nuestra personalidad y carácter influyen en el grado de integración posible en una determinada estructura, es evidente que también los entornos en los que vivimos influyen en nuestras conductas. Finalmente el ser humano es un modelo clave en la capacidad de los seres vivos para adaptarse a un determinado entorno.
Muchos piensan que en las compañías “grandes” es posible encontrar sistemas más organizados en los que resulta más fácil conseguir una buena formación técnica, adquirir una experiencia y desarrollar la propia empleabilidad que pueden llegar a ser las bases para una carrera profesional de éxito. Esto es normalmente cierto por lo que es posible concluir que en la medida de lo posible es bueno iniciar la carrera profesional en una gran organización. Sin embargo a veces estos planteamientos no solo no se cumplen sino que muchas veces son contraproducentes.
Las grandes organizaciones son probablemente un excelente marco para el inicio de la carrera profesional pero…… Este tipo de organizaciones suelen ofrecer elementos de seguridad a largo plazo difíciles de ser ofertados por las compañías más pequeñas pero ni éstas crean todo el empleo posible (al contrario) ni resultan, en muchos casos, los mejores escenarios para crecer profesionalmente.
El mundo de las pequeñas y medianas empresas puede llegar a ser mucho más intenso y estimulante. En él puede ponerse a prueba constantemente el sentido empresarial de un profesional. Es evidente que estos entornos pueden llegar a ser mucho más estimulantes ya que en ellos es más fácil de comprobar el impacto de una determinada acción y de sentirse comprometido con los resultados alcanzados. Por ello una compañía “pequeña” es un lugar más apropiado para profesionales que aman el riesgo, que no necesitan estar rodeados de grandes equipos de especialistas. Es también un entorno adecuado para que los técnicos formados en grandes organizaciones pasen a asumir posiciones directivas.
En todo caso a la hora de plantear un esquema de “trayectoria profesional” o analizar un posible cambio no existen “recetas mágicas”. No se trata del tamaño de la empresa sino de las características de la tarea, de la cultura de la organización, de las posibilidades de reto y motivación personal. No existen ni las fórmulas mágicas ni nada puede ser previsto con seguridad absoluta.
Es por ello que resulta necesario ser consciente de las propias capacidades y tomar en cuenta las necesidades personales para enfocar con éxito una trayectoria, definir la estrategia a largo plazo y consecuentemente tomar decisiones a corto. Será necesario, por tanto, disponer de una visibilidad sobre los próximos pasos y que estos estén en la medida de lo posible alineados con los objetivos a largo plazo.
En este entorno es por tanto relevante el conocimiento de lo que se debe hacer y de lo que se desea hacer.
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