Como otros muchos ciudadanos de este país, estoy asistiendo estos días al excelente trabajo realizado por nuestra selección de fútbol en la Eurocopa.
Pese a que escribo esta nota sin conocer el resultado del partido final que se disputa este domingo, creo que con independencia del resultado concreto -en el fondo se trata ni más ni menos que de un deporte donde pueden influir muchas circunstancias- el mensaje o la reflexión son y serán igualmente válidas.
Quiero recordar que ya escribí sobre este tema en el momento en que ganamos el campeonato del mundo de Básquet. (Si deseas acceder a este texto, te propongo que escribas el término “básquet” en el buscador del blog).
Los excelentes resultados de la selección son consecuencia de la suma del talento de nuestros jugadores, de su mentalidad -hoy ya definitivamente alejada de los tabúes tradicionales- y de la capacidad de los entrenadores/líderes para saber encontrar un entorno adecuado para que este talento se manifieste a través de la primacía del equipo sobre las individualidades.
Creo que en ello tienen mucho que ver la capacidad personal de los entrenadores que han sabido generar este tipo de dinámicas, llámense Pepu Hernández o Luís Aragonés. Pero también un estilo de deportistas en los que pongo como referencia a Pau Gasol o a Cesc Fábregas. Dos casos en los que el protagonismo personal se pone a disposición del equipo.
En este sentido, os recomiendo el artículo de Ramón Besa, publicado en la edición de El País del sábado 28 de Junio y titulado Cesc como símbolo de España y del que me permito destacar la frase siguiente: “Cesc representa el progreso, la modernidad, la evolución… ha triunfado sin hacer ruido, sin quejarse, con paciencia, con sentimiento, con una mirada natural y con un buen sentido del juego”.
Solamente quiero recordar que Cesc no es habitualmente titular en el equipo y que la selección de básquet ganó el campeonato del mundo con Gasol lesionado.
¿Seríamos capaces de encontrar ejemplos similares en nuestro entorno empresarial?
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