Como otros muchos ciudadanos de este país, este verano he asistido al excelente resultado de nuestros deportistas -tenis, ciclismo…- en los Juegos Olímpicos de Pekín.
Aunque muchos opinan que en términos de número de medallas el resultado final es probablemente más bajo que el esperado, es verdad que hemos tenido una docena de deportistas que han alcanzado el cuarto puesto en sus respectivas pruebas.
Creo que hoy, en términos deportivos, tenemos el peso que nos corresponde dentro del reparto mundial de talento. Ya quisiéramos tener en otros ámbitos -desarrollo, innovación…- el mismo peso que hoy tenemos en el marco del deporte mundial.
Ya tengo escrito, en alguna parte de mi blog, que los excelentes resultados de la selección española de básquet -un ejemplo claro de deporte de equipo- son consecuencia de la conjunción de varios factores. Por una parte, del talento de nuestros jóvenes -sin talento nada es posible, evidentemente- y, por otra, de haber sabido diseñar una estructura de incentivos económicos adecuados para potenciar este talento. También ha influido, el haber sabido encontrar un entorno adecuado para que este talento se manifestase a través de la primacía del equipo sobre las individualidades.
Creo que en ello tienen mucho que ver la capacidad personal de los entrenadores que han sabido generar este tipo de dinámicas, pero también un estilo de deportistas en los que pongo como referencia a Gasol o Cesc Fábregas, o inclusive a Rafa Nadal, en los que el talento y el protagonismo personal se pone en común con el protagonismo del equipo o del conjunto.
Aunque como siempre hay situaciones en las cuales parece que resulta más fácil gestionar el mismo talento que en otras, creo que, en general, deberíamos aprender en el mundo de la empresa de lo que nuestros jóvenes deportistas – y no tan jóvenes, pues Llaneras creo que ya tiene 39 tacos-, hacen cuando juntamos: talento, responsabilidad, esfuerzo y motivación para conseguir el éxito.
¿Cómo podemos conseguir aunar estos factores en nuestras organizaciones?
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