Sin transparencia no hay futuro. Una frase perfectamente aplicable para describir la relación entre la política y los ciudadanos.
Quiero recordar que este argumento está basado en el de “sin soberanía no habrá referéndum”. Una excelente reflexión (equivoca a propósito) formulada por Antoni Basas en Setiembre del 2015. Una reflexión que usé como encabezamiento al post que con este título publiqué el pasado mes de Mayo, accesible en http://pauhortal.net/blog/sense-claredat-no-hi-ha-futur/
En este post formulaba mi convencimiento de que el motor del proceso no ha sido la clase política sino la ciudadanía. También citaba que en el resultado final, desde mi humilde punto de vista, pesan 4 realidades. La falta de madurez y compromiso de la clase política para analizar los costes de transición (y no me refiero simplemente al concepto de costes económicos). La presencia de una masa social insuficiente para que el proceso pudiera superar todos los retos que tenía por delante (..) La inexistencia de un apoyo político y financiero internacional (sin ellos estaba claro que íbamos claramente dirigiéndonos al fracaso)” Y la última la referida al error cometido por los estrategas (del proceso) en el análisis de las posibles reacciones del Estado.
Las noticias e informaciones que están publicándose en estos días sobre lo ocurrido en el fin de semana posterior a la «proclamación» de ser ciertas son una muestra más de la falta de madurez de nuestra clase política, madurez no sólo mostrada en la relación con los ciudadanos sino entre ellos mismos.
Pues bien estamos a las puertas de otro 11 de Setiembre y no me resisto a –a pesar de lo que me prometí a mí mismo- a volver a escribir (en castellano) sobre la situación catalana. De hecho, estoy estos días en Madrid, y me he visto sorprendido por el gran número de preguntas que se me están formulando sobre este tema. Y mi planteamiento/ respuesta lo enlazo con los argumentos postulados por el President Torra en su discurso institucional de esta misma semana y los comentarios publicados sobre ellos por algunos de los medios más relevantes del País (englobando en este concepto tanto Catalunya como España).
He podido encontrar/conocer/leer/oír opiniones para todos los gustos. De todos aquellos me permito escoger para este análisis escojo los argumentos que formula Marcos Lamelas, publicado por El Confidencial ayer 5 de Setiembre bajo el título “Quim Torra: portazo a Sánchez y pasa la pelota……”. Una de las frases centrales de su artículo es la siguiente: ¨Torra quiere un referéndum pese a contar con el supuesto mandato de otro y pretende negociar con Madrid mientras lanza al pueblo a protestar”. Francamente (con independencia de que no comparto las opiniones que Marcos ha formulado sobre el proceso catalán) creo que no pueden resumirse mejor las contradicciones inherentes a la posición formulada por el President de la Generalitat. Una posición que por sus propias contradicciones resulta ser nada más que un ejemplo de lo que ya expresé en el post citado y reitero ahora con el concepto de “falta de claridad y de transparencia”.
Una posición que podría también resumirse con el concepto de “patada para adelante”, contradictoria desde su génesis y que objetivamente cuenta con grandes dificultades –por no expresar el concepto de imposibilidad- en su ejecución.
En el post referido escribí “Recientemente tomé nota de la frase formulada por Francesc Marc Alvaro en RAC1 en la que textualmente afirmó –El primer dirigente político que sea capaz de dirigirse a la ciudadana afirmando en público lo que piensa y propone en privado se convertirá en la persona más fuerte del país-”. Un argumento que proseguía con: “Una falta de claridad que es una de las características básicas del conjunto de nuestra clase política y que es la base de la sensación de engaño que hoy muchos tenemos. Una falta de claridad que hace, al mismo tiempo, que muchos ciudadanos españoles tengan una visión totalmente sesgada sobre lo que ha ocurrido, ocurre y puede razonablemente ocurrir en Catalunya en los próximos años». Una realidad que sólo podrá resolverse con transparencia y sentido común. Un conflicto que no puede eternizarse si queremos afrontar, con alguna probabilidad de éxito, los retos que tenemos por delante (retos en los que el encaje de Catalunya en España no es lamentablemente el único.
Soy consciente de que, entre la publicación de este post (mayo 2018) y hoy 6 de Setiembre, han ocurrido muchas cosas empezando por un cambio de Gobierno en España. Un cambio que nadie pudo predecir, que ha permitido algún tipo de reducción de la tensión y la posibilidad de algún tipo de diálogo. Pero no nos engañemos. Una vez más unos y otros siguen sin afrontar el problema en su totalidad y actuando en base a objetivos cortoplacistas. Unos y otros siguen actuando sin una estrategia a largo plazo y sin transparencia en la relación con los ciudadanos. Unos y otros formulan posiciones muy distintas en los entornos públicos respecto a las que mantienen en los privados.
Y los ciudadanos, mientras tanto, seguimos…..
Anexo: Escribo este anexo hoy 11 de Setiembre y lo hago tras la lectura del excelente artículo que con el título de «Paz Imposible, guerra improbable», Lorenzo Bernaldo de Quirós publica en La Vanguardia en su edición del pasado sábado (08/11). El autor una persona que yo podría definir como un persona con inteligencia y sentido común plantea la reflexión siguiente: “La coexistencia es la única alternativa real e inteligente y ello implica asumir que nadie tiene las armas suficientes para obtener una victoria total. Cuanto antes se acepte este hecho terco, antes empezará a abordarse con seny el problema”
Y prosigue “en las actuales circunstancias, las iniciativas destinadas a proporcionar ideas capaces no de solventar la cuestión catalana sino de hacerla conllevable, como diría Ortega, es decir, el avance hacia un modelo de federalismo competitivo e incluso la puesta en marcha o, al menos la discusión, de una ley de Claridad similar a la elaborada en Canadá para afrontar el problema de Quebec, quizá no tengan el respaldo de amplios sectores de la sociedad española y de la catalana. En medio del ruido y la furia, las voces de la razón no son escuchadas, tienden a ser despreciadas cuando no anatemizadas (..) Resulta evidente que el statu quo, esto es, el vigente modelo de Estado autonómico, tal como existe en la actualidad, no sirve para anclar Catalunya en las Españas. Y esa percepción no es sólo la de los separatistas sino también la de muchos catalanes que no enarbolan esa bandera”. Por cierto unas reflexiones accesibles en https://www.lavanguardia.com/opinion/20180908/451691534716/paz-imposible-guerra-improbable.html
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