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El sector público tiene hoy un peso relevante en la economía e integra un porcentaje significativo de los empleos en las sociedades más desarrolladas.

Sin embargo, queda mucho camino por recorrer si queremos que éste sector asuma con normalidad todos los cambios que estamos viviendo (en materia de digitalización, nuevas formas de trabajar, nuevas demandas ciudadanas) y realmente sea capaz de prestar de forma diligente y eficiente los servicios para los que ha sido creado.

Empezando por gestionar adecuadamente los fondos de recuperación económica de los que vamos a disponer para salir de la crisis que estamos viviendo com consecuencia del impacto del Covid-19.

Necesitamos cambios en el “paradigma de la función pública” para que, por ejemplo, este sector sea capaz de atraer, motivar y retener a los mejores profesionales (y ello pasa por crear entornos laborales adecuados) y no limitarse a reclutar a aquellos que se le acercan por su proximidad a determinadas estructuras politicas o como consecuencia de las garantías de estabilidad y seguridad que ofrece en sus condiciones laborales. Sobre este punto os propongo que escuchéis el podcast en el que Jordi Serrano i Santi García, dialogan con Marc Esteve de la University College London. Un podcast accesible en http://www.futureforwork.com/podcasts/sobre-la-motivacion-de-los-empleados-publicos

No podemos “mirar para otro lado”. La tecnología puede y debe ser controlada, pero es gracias a ella que las sociedades, empresas y organizaciones (y también las del sector público) pueden generar mejores productos y servicios, ofrecer mejores respuestas a las necesidades humanas y también colaborar en el desarrollo humano. Hemos de ser conscientes que la tecnología nos permite liberarnos de esfuerzos, tareas y rutinas de menor valor añadido, ser más humanos y nos concede una libertad mayor para ejercer el trabajo de vivir. El problema está en que eso ni es automático ni se puede hacer sin esfuerzos.


La reforma de la administración pública no es sólo un tema que incumbe a los/las miembros de la clase política y a los/las profesionales del sector público. Es un ámbito que nos afecta a todos/as.


Necesitamos un sector público capaz de transformarse a sí mismo. Un proceso en el que el rol de RRHH o de los gestores de personas es transcendente. Una transformación que ha de pasar por:

Cambiar los esquemas culturales y de gestión,

Y que dejen de estar centrados en el mantenimiento de unos principios de equidad y seguridad, no adaptables a la realidad. Necesitamos un sector público transformado con objeto de que deje de ser esta “isla” que se rige y actúa con criterios totalmente alejados a todo lo que le rodea y que le mantiene en una posición de obsolescencia. Un sector público que rechaza el cambio y que le mantiene en una posición de incapacidad para dar respuestas adecuadas y eficientes a las necesidades de los ciudadanos. La administración debe de estar de una vez por todas al servicio del ciudadano y no al revés.

Dotar de mayor poder a los gestores de personas,

RRHH debe de perder el rol subsidiario y de gestión para convertirse en un núcleo central del proceso de transformación. Un área que ha de tener el poder y la capacidad de impulsar los cambios que los propios directivos públicos señalaron como medidas a implementar en la investigación realizada por el FORUM DE RRHH DEL SECTOR PUBLICO en su primer ciclo de sesiones. Un informe accesible en Investigaciones | FORUM RRHH Sector Público (forumrrhhsp.com)

Renovar los procesos de reclutamiento y selección. 

Necesitamos poner en marcha sistemas centrados en las denominadas competencias blandas y genéricas: capacidad de aprender, creatividad, visión interdisciplinar, etc. Los futuros sistemas de selección deben ser capaces de atraer perfiles con estas competencias. Deberíamos de ser capaces de aprovechar la oportunidad que nos brinda el proceso de jubilación de los empleados públicos (al que estamos asistiendo y va a seguir en los próximos años) para captar talento capaz de gestionar los procesos de digitalización y robotización que resulten adecuados para prestar servicios de mayor calidad a los ciudadanos. Esta coincidencia permitiría hacer esta renovación/transformación con un menor impacto y con menores costes.

Crear nuevas normas que cambien los ingredientes actuales del modelo de función pública.

En paralelo no solo habría que modernizar los sistemas de selección sino todos los ingredientes actuales de la funcion de RRHH en el sector público. Nuevas reglas que deberían de dirigirse a potenciar los elementos de flexibilidad, compromiso y productividad, comunes a los criterios que hoy son comunes en el sector privado. Un reto mayúsculo pero que tenemos que abordar y que podemos definir como: Nuevas reglas y reglamentos que permitan acercar las políticas de RRHH del sector público a las del sector privado.

Generar instrumentos que faciliten la adaptación a los nuevos requerimientos sociales y la incorporación de la robótica y la inteligencia artificial.

Carlos Ramió ha formulado la hipótesis razonable de en este proceso de transformación puede afectar al 30% de los actuales puestos de trabajo en el sector público. (Recordemos que esto supondría 1M de empleos aproximadamente). La mayoria de los empleos centrados en tareas burocráticas (tramitación de expedientes, gestión económica, dimensión jurídica, etc.) van a ser robotizadas. También este proceso afectará al sector del transporte y a la prestación de determinados servicios. Casualmente coinciden las necesidades de reposición de personas en situación de acceso a la jubilación con las posibles perdidas por los efectos de la robotización.

Termino estas reflexiones con una frase basada en conceptos desarrollados por Carles Ramio “Tenemos una oportunidad única para renovar y modernizar el sector público. Políticos, sindicatos, empleados públicos y académicos deberíamos dedicarnos a (ello) si deseamos lograr la Administración Pública que reclama a gritos el presente y el futuro inmediato”.

La transformación del sector público no sólo es posible sino una necesidad imperiosa. Necesitamos un “plan estratégico” dirigido a que el sector público transforme su rol de espectador pasivo e indolente y pase a ser líder de la revolución 4.0. Un proceso que supone grandes retos para la función de personas y en la que ésta no puede quedarse en la estación.