El futuro va a demandar que las organizaciones cuenten con líderes capaces de afrontar los cambios que impone el entorno disruptivo en el que nos encontramos.
Resulta muy fácil encontrar en la red múltiples análisis que plantean cómo en el futuro va a ser exigible un tipo de liderazgo cuyos rasgos de personalidad estén ligados a rasgos relacionados con actitudes de pragmatismo, vulnerabilidad y capacidad de conectarse con las personas. Es lo que en muchos de estos informes se describe como “liderazgo silencioso”. En el pasado términos como pasión, inspiración, influencia, carisma y energía se usaban tres veces más en las descripciones del rol de un CEO que otros como humildad, autenticidad, resilencia o capacidad de escucha.
Los mejores líderes no se definen por una sola habilidad, sino por su capacidad para moverse a través de diferenciadores aparentemente contradictorios en cada una de las competencias de liderazgo. Es decir, los líderes más efectivos pueden ser tanto disruptivos como pragmáticos, arriesgados y reacios, heroicos y vulnerables, catalizadores de personas y conectadores de equipo. Es importante que un CEO sea capaz de tomar riesgos en sus decisiones, pero también debe medirlos, priorizarlos, establecer los sistemas de seguimiento correctos. Debe tener capacidad de evaluar de forma crítica sus propias decisiones.
El líder del futuro habrá de tener un gran empuje, mucho carisma, energía y elevada capacidad de tracción de las organizaciones. Pero también deberá ser vulnerable. En otras palabras, tener la capacidad de ser humilde, aprender de sus errores o de estar atento a que el feedback le permita cambiar.
Todas estas cualidades son y serán necesarias para la efectividad del liderazgo de la alta dirección en todas las industrias y culturas: integridad y resiliencia, los dos principales rasgos que definen a un buen directivo. Rusell Reynolds (uno de las empresas de selección de directivos más relevantes) plantea que hoy es necesario buscar un equilibrio entre los rasgos tradicionales y los que hemos denominado como silenciosos. Una combinación que es la que definirá a los líderes del futuro ya que les otorga capacidad para adaptarse a todas las situaciones.
Nos movemos en un escenario de ecosistemas donde los directivos deben manejar con habilidad todo el entorno. Deben diseñar estrategias a largo plazo para facilitar la la creación de un flujo estratégico y que su comité de dirección esté adaptado a las nuevas circunstancias y centrado en ayudar y colaborar. Los que sean capaces de integrar las ideas internas y las relaciones externas con otros actores para trabajar en conjunto alcanzarán el éxito.
Aunque el mundo sigue dividido por sectores (industrial, consumo, energía, salud, etc.), estos son cada vez más difusos al mismo tiempo que afrontar la digitalización de manera transversal. La transformación digital está definiendo a su vez el perfil del nuevo líder: es necesario acabar con las culturas inmovilistas, apartar la idea de que las organizaciones solamente necesitan nuevos perfiles que las guíen hacia el nuevo entorno digital y hay que apostar por líderes que piensen y actúen rápido.
Una de las cualidades que deberá tener el perfil del CEO es el referente a la riqueza y diversidad tanto en la experiencia como en la formación, pues son estas personas las que ofrecen un conocimiento que va mucho más allá del ámbito empresarial y esto es determinante para el diseño de la estrategia de una compañía. Otro punto fundamental para el futuro de las empresas y para crear resiliencia organizacional es la diversidad. Esta permitirá anticiparse o mitigar de forma más efectiva el riesgo y capitalizar una gama más amplia de oportunidades.
El papel del líder de la próxima década se va a centrar en lo que desde Rusell Reynolds denominan como Ecosystem CEO, es decir, que ya no va a gestionar únicamente personas, recursos y/o activos, sino que deberá interactuar con otros. Las asociaciones estratégicas entre organizaciones probablemente se consolidarán en el futuro y ello exigirá nuevas capacidades dirigidas a compartir experiencias, recursos y riesgos.
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