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En materia de la implantación de la RMU no podemos cometer el error de pensar que ya estamos trabajando en la dirección adecuada.

Un argumento que es claramente deducible del contenido de las reflexiones que he formulado en el primero de los post de esta serie accesible en https://pauhortal.com/nuestro-futuro-y-rmu-1/ De hecho, lo ocurrido desde el momento en que el Gobierno del Estado anuncia la puesta en marcha de un SMV, de los pasos para adelante y para atrás dados en el tema de la reforma de las Pensiones y de los pactos en el seno del Pacto de Toledo no hacen más que corroborar el criterio de que estamos dando únicamente los primeros pasos y de que no tenemos nada claro de que vayamos en la dirección adecuada.

No podemos reiterar los errores cometidos en el pasado en materia de prestaciones públicas. El camino que tenemos por delante es largo y complejo y en el que ya tenemos la evidencia que muchos se perderán en él. Y más cuando en el horizonte se divisa un escenario con grandes cambios.


Debemos tener ante este problema una visión amplia. Por delante tenemos un largo camino conceptual, cultural y legislativo que promueva cambios en muchos de los comportamientos y conductas hoy imperantes. 


Deberíamos también cuestionarnos y replantearnos si nuestro modelo de prestaciones sociales es sostenible en el tiempo y más cuando la respuesta a estas cuestiones depende de lo entendamos socialmente por solidaridad y sostenibilidad. Si lo que nos estamos preguntando es si, en el futuro más o menos previsible, las coberturas sociales van a poder financiarse únicamente con la recaudación de las cotizaciones vinculadas al empleo, la respuesta es no. Si sumamos al déficit actual el impacto que se va a generar por el incremento del número de personas que van a formar parte del colectivo de los excluidos sociales (recordemos que hoy pueden formar parte de esta categoría casi el 50% de los desempleados), el acceso a la jubilación de la generación definida como baby boomers, el incremento de las cuantías individuales de cobertura y el alargamiento de la esperanza de vida (longevidad) el resultado es claramente negativo. Vamos a necesitar recursos fiscales para compensar el déficit en el sistema, déficit que hoy está situado aproximadamente en los 20.000 millones de euros anuales y que no hará sino crecer en los próximos años.

¿Por dónde debe empezar la reforma del sistema?

En primer término, deberíamos hacer un diagnóstico adecuado de la situación desde una perspectiva técnica y objetiva evitando y minimizando las influencias políticas. Así lo confirman algunos estudios que se han publicado en los últimos años como los elaborados por instituciones como el Banco de España o Fedea que estiman que el desfase financiero va a seguir creciendo en el futuro.

Es segundo término necesitamos comunicar de forma transparente e inteligible los resultados conseguidos en la gestión actual cuando es constatable que los actuales mecanismos competencias y de gestión no actúan positivamente en este sentido. Por último hemos de reestructurar el sistema desde una visión integral, coherente y equitativa y no cortoplacista. Unas respuestas que se resumen en 5 líneas pero que no resultan de fácil ejecución.


Porqué lo que proponen es la necesidad de modificar la concepción social sobre el significado del contrato social llamado trabajo, replantear nuestros modelos formativos y de aprendizaje, y reformar los criterios sobre los que se asienta nuestro sistema fiscal.


Tenemos en juego no sólo el sistema de prestaciones sociales sino todo nuestro modelo social y de convivencia. Soy perfectamente que no estamos «políticamente» en el mejor momento pero debemos actuar con inteligencia y conocimiento lo que me lleva a coincidir con los planteamientos que se formulan desde diferentes ámbitos en el sentido de que la solución no puede dejarse al azar. Este problema no va a corregirse por si mismo aunque tengamos los impactos positivos derivados de un mercado de trabajo en buena situación y por el crecimiento en el empleo por la creación de empleos que puedan sustituir a los que se pierdan como consecuencia del proceso de robotización, y por el incremento de la demanda de servicios que genera el incremento de la longevidad. Probablemente necesitemos un nuevo «CONTRATO SOCIAL»

Termino de la misma forma que finalizaba el primero de los post de esta serie. «Recordemos que es una realidad que ya está entre nosotros y que debemos de afrontarla si simplemente queremos corregir los desequilibrios sociales, y construir una sociedad más justa y solidaria«