En este mes de Marzo hemos celebrado el día de la Mujer Trabajadora. Una fecha que nos sitúa ante las alertas rojas que nos propone el binomio mujer y empleo.
Aunque hayamos avanzado mucho en los últimos años es cierto que la igualdad laboral no se ha alcanzado todavía y que, aunque pueda parecer lo contrario, nos queda mucho camino por recorrer. Por qué, aunque hoy la mujer está siendo mucho más activa en nuestro mercado de trabajo: ¿en qué roles? y ¿en qué condiciones? La brecha sigue siendo muy importante.
A pesar de la presencia de un gran número de informes destinados a mostrar los avances que podemos ir alcanzando seguimos con las realidades siguientes: el mantenimiento de las brechas salariales, la tasa de desempleo femenino sigue superando a la masculina y las mujeres siguen cargando con dobles y triples jornadas no remuneradas. Es un “déjà vu” estadístico, como un disco rayado que ya aburre, pero no por falta de relevancia, sino porque no conseguimos que la denuncia se convierta en acciones concretas. Las Cifras No Mienten, No deberíamos engañarnos ni engañarlas.
Hablemos en plata: en muchos países, las mujeres reciben retribuciones salariales entre un 15% y un 20% menores que los de los hombres por el mismo trabajo. La penalización salarial por maternidad es un escándalo, mientras que la «prima por paternidad» sigue viva y coleando. O sea, a ellos les suben el sueldo por ser padres; a ellas se lo bajan por el mismo motivo. Puede parecer absurdo pero es real.
El mundo laboral no es un terreno de juego parejo. A las mujeres se les encasilla en sectores feminizados, muchos de ellos con menores consideraciones sociales y con menores remuneraciones como: salud, educación, servicios a las personas. Las posiciones de liderazgo siguen siendo feudos masculinos: menos del 10% de los CEO de empresas globales son mujeres. Y todo esto si las profesionales consiguen sortear el laberinto de contratos precarios y jornadas reducidas que, curiosamente, solo parecen estar disponibles cuando eres mujer. Trabajo Hay, Pero No Para Todas
Pero lo peor es que, cuando logramos romper el primer techo de cristal, descubrimos que debajo hay otro, y otro. El llamado «síndrome de la impostora» no es un problema individual, sino el resultado de mecanismos culturales muy consolidados que entre otros elementos conlleva que muchas mujeres duden de su propio talento y de su capacidad para romper determinados estereotipos que actúan como desincentivos al desarrollo de una trayectoria profesional. En el día a día muchas mujeres terminan asumiendo las dudas sobre su capacidad y su motivación real para el desarrollo de sus trayectorias profesionales. Deberíamos ser capaces de ir Más Allá de las celebraciones y las fotos con el Lazo Morado
Como cada año muchas organizaciones, y nótese que no utilizo el concepto de empresas ya que este planteamiento afecta a todos los sectores (el sector público y el social también se ven afectados por estas realidades), se suben al tren del 8M con campañas de rosas y bonitos discursos y campañas publicitarias. Pero luego llega el 9M y las prácticas reales siguen intactas: techos de cristal, culturas poco favorables a la conciliación, exigencias relativas a la disponibilidad 24/7 que en la práctica actúan como frenos a la igualdad que se pretende conseguir.
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