“La información es poderosa y siempre lo ha sido. En muchos episodios de nuestra historia, la diferencia entre una victoria o una derrota ha estado en la información”
Así inicia Genís Roca uno de sus excelentes artículos publicado hace algunas semanas. Un comentario en el que señala la relevancia que tuvo para el resultado de la II Guerra Mundial el hecho de que los aliados consiguieran descifrar el código de la maquina Enigma que permitió el acceso a los mensajes alemanes o la capacidad para filtrar información falsa relativa al lugar en el que iba a producirse el desembarco aliado en la Europa continental. Son dos claros ejemplos de la importancia de la información para el ejercicio del poder.
Todos sabemos que una de las diferencias fundamentales entre los regímenes autocráticos y los democráticos es la del sentido en que puede circular la información. Mientras en los primeros circula de arriba-abajo en los segundos fluye en muchos sentidos (entre otras razones porque los generadores de información son diversos y no existe un control sobre sus contenidos). En todo caso el poder de la información ha sido muy relevante y por tanto el interés de las “elites” (democráticas o no) en su control.
Esta realidad se pone en cuestión en este momento con la generalización de las redes sociales y la digitalización que estamos asumiendo en nuestras vidas. Estamos asistiendo a una situación nueva y sin referente posible en el largo recorrido de la vida humana. Vivimos en momentos en los que los contenidos informativos -a menudo basadas directamente en la falsedad- promovida incluso por los poderes políticos y económicos puede convertirla en uno de los platos más comunes de los que nos alimentamos día a día. Yubal Harari afirma que el siglo XX ha sido el de la información. No sabemos muy bien cómo definiremos en el futuro al siglo XXI pero el dato real es que hoy resulta muy complejo discriminar entre la validez, la certeza o la falsedad de una determinada información. “Quizás siempre hemos vivido engañados, pero nunca hemos estado tan desinformados”
Como bien saben los especialistas en crisis humanitarias “en una inundación es urgente preservar las fuentes de agua potable. Cuando todo es agua, la supervivencia depende de poder conservar el bien”. Algo similar ocurre hoy con la información y sus fuentes.
En el siglo XX “la información era poder. Ahora ya no siempre lo es. (Hoy) sólo tienes poder si tienes acceso a un flujo constante de buena información”. La clave no esté en fuente ni en la facilidad de acceso. La clave desde la perspectiva individual es la de seleccionar a las fuentes adecuadas. Y estas pueden y son totalmente diversas. “¿Cuál es (la) fuente para descubrir intérpretes de jazz? ¿Cuál es su fuente de opinión sobre el conflicto en el cercano Oriente? ¿Cuál es su fuente para analizar los movimientos de la competencia en su sector? ¿Cuál es su fuente para entender el problema de la vivienda en España? En algunos casos será un medio de comunicación, en otros una conversación con un amigo tomando una cerveza, en otros un desconocido en Twitter”.
No se trata tanto de cantidad como de cualidad. “La nueva sabiduría es recuperar el criterio de saber a quién escuchar”
PD. Estas reflexiones se han escrito tomando como referencia el artículo de Genís Roca accesible en https://genisroca.substack.com/p/la-informacio-ja-no-sempre-es-poder
Deja tu comentario