Tras las recientes medidas de reforma laboral impulsadas por el ejecutivo, la huelga general y los presupuestos se ha producido un incremento del pesimismo en nuestro país.
Un pesimismo basado en las dudas sobre la salida de la crisis (ya anunciada) y sobre si las medidas adoptadas por el ejecutivo conseguirán favorecer el cambio de ciclo en las perspectivas económicas.
Sigue existiendo, mientras tanto, un amplio consenso en que más allá de la necesidad de un crecimiento relevante en términos de PIB para que se produzca un cambio de tendencia en la destrucción de empleo. Paralelamente, al margen del crecimiento de la actividad económica, no podemos olvidarnos que vamos a tener que enfrentarnos a un segundo problema como es el de encontrar una alternativa razonable para este 10% (de nuestro PIB) que representaba, de más, el sector “del ladrillo” frente a su peso en el resto del mundo más desarrollado.
Este diferencia, que por otra parte explica el crecimiento del empleo en nuestro país vivido en el periodo 2000-2006, se fundó básicamente en la atracción de personas inmigrantes que se instalaron entre nosotros, y que son ahora, los que viven con más dureza la situación de desempleo. Unas personas que están instaladas entre nosotros, y a las que de forma masiva nos va a resultar muy complicado, lo está resultando ya, incentivar el retorno a sus países de origen.
Si a todo ello le unimos la propia dinámica de restricciones presupuestarias en la mayoría de nuestras administraciones, empezando por las del ámbito local, que hace que determinadas coberturas o determinados servicios sean muy difíciles de mantener y claro está de impulsar, el panorama resulta claramente desalentador.
Como ya he mencionado en mensajes anteriores en este mismo blog no soy, ni quiero ser pesimista. De hecho creo que el pesimismo no forma parte de mi ADN y formar parte del conjunto de personas que consideramos que eran necesarias reformas legales en el mercado de trabajo, pero que al mismo tiempo estamos convencidos que tales reformas (a corto plazo) no van a cumplir sus objetivos si no desarrollamos e implantamos iniciativas de cambio cultural y educativo (a largo). Sin una revisión de algunos de nuestros parámetros sociales y culturales la salida de la crisis va a resultar mucho más difícil por no decir imposible.
¿Durante cuando tiempo podemos vivir sin conflictos sociales?, ¿Por cuánto tiempo vamos a permitir que en algunas zonas de nuestro país 1 de cada 4 personas en edad de trabajar estén en permanente situación de desempleo? ¿Durante cuanto tiempo vamos a poder mantener el sistema de coberturas sociales que hemos puesto en marcha?, etc, Todas ellas son cuestiones que, necesitamos resolver de forma más o menos inmediata, si no queremos, como afirmaba en una reciente entrada en mi blog, dejar a las generaciones futuras un mundo, un entorno peor al que nosotros hemos vivido.
Son cuestiones a las que es necesario responderse. Porque aunque el mantenimiento de una cobertura social mínima sea importante no estoy convencido ni comparto la idea de que podamos resolver nuestros problemas únicamente con una red de coberturas sociales, si no somos capaces de generar riqueza y por tanto empleo.
De igual forma me resisto a aceptar que el problema del empleo se resuelva con incrementos en el volumen de contrataciones en el conjunto de nuestra administración pública. Probablemente todo lo contrario. Es necesario racionalizar y o reducir la cantidad de recursos que destinamos a la administración común, evitar duplicidades, etc y esto pasa, necesariamente, por reducciones en los volúmenes de empleo.
Más allá de las cuestiones macroeconómicas a medio y largo plazo es necesario actuar desde la perspectiva micro y a corto poniendo nuestro grano de arena para que no se produzca o como mínimo no se consolide una crisis real en el ámbito de las organizaciones sociales no gubernamentales. De hecho todos conocemos organizaciones que ya han desaparecido y sabemos de muchas que están pasando por grandes dificultades. Es en este marco en el que creo que es necesario exigir y demandar el establecimiento de una nueva dinámica de colaboración entre el mundo social y el mundo empresarial y organizativo-
Esta colaboración debe de fundarse en el principio de Responsabilidad vinculada a Resultados que no es más que el modelo o la visión que subyace en el proyecto de empresa de Alius Modus.
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