Estamos inmersos, a pesar de los conflictos globales que padecemos, en un momento en el que se va a producir un gran salto tecnológico con un importante impulso del crecimiento mundial.
Un panorama que indudablemente tiene su lado oscuro. La aplicación de la robótica y la Inteligencia Artificial puede llegar a suponer recortes en el 40% de los puestos de trabajo a nivel mundial y un incremento de la desigualdad con lo que se torcerá la tendencia que hemos vivido desde hace más de un siglo.
De esta forma me permito resumir el pronóstico que se formula en el análisis realizado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) titulado Inteligencia artificial y el futuro laboral, dado a conocer hace pocos días en el seno de Foro de Davos 2024 que recordemos se ha centrado básicamente en el impacto de la IA dado que su rápido desarrollo ha cautivado en todas partes, causando excitación y alarma, además de plantear importantes cuestiones sobre su potencial influencia en la economía mundial.
El informe plantea incluso la posibilidad de que la IA supere a la inteligencia humana y que este hito, en base a distintos escenarios, puede alcanzarse incluso en un plazo de no más de 5 años. El documento formula comentarios como “Su impacto todavía resultad difícil de calcular. Se extenderá por las economías de forma compleja”, o “Podemos decir con cierta confianza que necesitaremos establecer un conjunto de políticas para aprovechar de manera segura el enorme potencial de la IA en beneficio de la humanidad”.
Uno de los mayores impactos, vaticina el FMI, se producirá en el mercado laboral. Tras repasar las múltiples predicciones sobre este impacto, en función de las características económicas -básicamente el nivel de desarrollo de los diferentes entornos analizados- concluye con la hipótesis de que a nivel global un 40% de los actuales roles laborales tienen un elevado grado de ser impactados de forma relevante por la inteligencia artificial. Y como consecuencia formula una apelación para que desarrollemos sistemas de protección social para mitigar este impacto en los colectivos más vulnerables ya que, al margen del incremento de la productividad, todo el resto de efectos pueden ser negativos.
Un impacto que tendrá como consecuencias el descenso de los niveles salariales para grandes capas de la población, un incremento de la desigualdad social y el incremento de las tensiones sociales si no somos capaces de anticiparnos a él. Y que, aunque de entrada puede parecer lo contrario, será más importante en las economías mas desarrolladas y algunos de los roles de mayor cualificación profesional. En este sentido el FMI insiste en que “Es crucial para los países que se establezcan redes de seguridad integrales y que se ofrezcan programas de entrenamiento para los trabajadores en posiciones más débiles”.
Aunque estoy convencido que los seres humanos tenemos una capacidad de resilencia y de supervivencia «a prueba de bombas» como hemos mostrado con la pandemia del Covid-19, y aunque las predicciones del FMI no tienen porque cumplirse en su totalidad deberíamos empezar a preocuparnos por estos temas…. ¿no?
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