¿Por qué fracasan las reformas laborales en nuestro país?, o ¿Por qué ninguna de las tres que se han aprobado en los últimos quince años han logrado que dejemos de ser los primeros en el ranking de desempleo? y ¿Por qué, seguimos siendo tan poco eficientes en su gestión?
Las cuestiones que planteo en el párrafo anterior están claramente alineadas con las que Javier Esteban se formula en un artículo publicado recientemente en linkedin titulado “la espiral del fracaso” y accesible en https://www.linkedin.com/pulse/la-espiral-del-fracaso-javier-esteban-ofmcf/
En el post que escribí hace pocos días https://pauhortal.com/asignaturas-pendientes-en-la-gestion-de-nuestro-mercado-de-trabajo/ señalaba que, desde 1976 hemos vivido/sufrido 7 reformas laborales. Probablemente más de las necesarias ya que no resulta fácil sacar conclusiones sobre su impacto en la economía y el empleo. En todo caso esta situación no es más que la consecuencia del vicio, fuertemente establecido entre nosotros, que nos lleva a pensar que los problemas se resuelven a través de nuevas regulaciones normativas. En este punto debería recordaros que el proyecto desarrollado en 2022 por la FUNDACION ERGON que denominamos “PROPUESTAS PARA LA MEJORA DE LA GESTION DEL MERCADO DE TRABAJO” finalizado con un documento accesible en https://fundacionergon.org/propuestas-ergon mostró que es posible introducir mecanismos de cambio en la gestión del mercado de trabajo y la del empleo sin la necesidad de realizar grandes reformas normativas que hoy, por otra parte, son claramente inviables dada la situación de conflicto permanente en la que vive nuestra clase política.
También he expresado reiteradamente, en forma verbal y escrita, que el marco que define la Ley 3/2023 de Empleo es suficientemente válido para la introducción de medidas que nos llevarían, con total seguridad, a afrontar muchos de los problemas que persisten en la gestión del empleo.
Sin embargo, aunque hemos vivido grandes cambios desde 1976 lo cierto es que muchos de los problemas estructurales de nuestro mercado de trabajo siguen persiguiéndonos.
La suma de una cultura laboral en la que siguen presentes elementos que corresponden a un periodo autoritario, un contexto económico basado en el turismo y los servicios, una estructura empresarial centrada en las Pymes y un determinado marco normativo dan como resultado la realidad que vivimos hoy. Seguimos en un modelo de gestión muy rígido y burocrático sin que hayamos sido capaces de implementar determinadas dosis de flexibilidad.
Prosigue Javier su análisis afirmando que “Sí, admito que es injusto calificar el espectacular retroceso de la temporalidad en los tres años transcurridos desde que se aprobó la última como un fracaso. Hemos pasado de ser el país con más empleos eventuales (…) al tercero”. Sin embargo, el análisis de los datos muestra que “en el mercado laboral siguen subsistiendo grandes espacios de sombra.” Y ello a pesar de que seamos la economía de la UE que más crece en estos momentos.
Unos espacios de sombra que tienen que ver con niveles de precariedad salarial, dualidad en las condiciones laborales, estructura de nuestro desempleo y calidad de las políticas de empleo que responden a factores más profundos y sobre los que pienso trabajar a fondo en las próximas semanas a través de una serie de reflexiones que formularé bajo el título de ‘Gestión del Empleo. Lo que nos queda por hacer’.
«La ‘maldición’ del mercado laboral español va más allá de una tasa de (desempleo)situada en un disparatado nivel del 11,3%”. Que sigue siendo una de las más elevadas de la UE, aunque convendría ser conscientes de que existen muchas dudas sobre la homogeneidad de los criterios de cómputo entre los diferentes países. La paradoja es la que esta tasa de desempleo sea probablemente la más adecuada para nosotros ya que “según algunos criterios macroeconómicos, no debería de reducirse mucho más si no queremos que resulte ser la causa de otra serie de problemas”.
“La relación entre macroeconomía y empleo parece desafiar el sentido común y la tasa de (desempleo) estructural es otro de los ejemplos más destacado de ello. Porque, ¿Cómo puede ser negativo reducir el desempleo?” Ello es así porqué, aunque pueda reducirse por debajo de un determinado nivel esta reducción podría suponer un recalentamiento de la situación económica provocando un incremento de los precios, un aumento de los costes laborales unitarios y una pérdida de los niveles de productividad. De ahí que muchos especialistas afirman que el pleno empleo se alcanza, con carácter general, cuando se alcanzan tasas del 4% (recordemos que en la UE en este momento el nivel está cercano al 6%) mientras que para nosotros este nivel se situaría en el 8%. Por cierto, una cifra sólo alcanzada en nuestro país en 2007.
Puede ser una paradoja, pero de resultar válidos estos criterios, el desempleo, en su visión macro, no es un grave problema (recordemos que hemos llegado a tener niveles del 23% en 2014). Sin embargo, si lo es desde un punto de vista micro. En otras palabras, necesitamos generar dinámicas dirigidas a mejorar los niveles salariales, incrementar la productividad, afrontar el desempleo estructural (categoría en la ya podemos incluir al 50% de los desempleados), promover cambios radicales en la definición y gestión de las políticas de empleo etc. También introducir mejoras en las relaciones entre las de carácter activo y las pasivas (prestaciones y subsidios). Para ello «necesitamos cambiar el chip, superar una dialéctica caduca y repensar las soluciones el empleo desde una óptica tan revolucionaria como sería guiarse por los datos y no por la perezosa excusa de las ideologías”.
Nota: los párrafos entrecomillados corresponden a argumentos expresados por Javier Esteban en el articulo referenciado.
Deja tu comentario