Probablemente todos sentimos la sensación, de que ya estamos en “el curso” de verdad que nos llevará en 2016 a disponer de un nuevo marco con el que enfrentarnos a los retos que nos deparará el futuro.
Recordemos que en 2015 se van a celebrar elecciones municipales y autonómicas en el mes de mayo, habrá una votación que puede resultar definitiva para conocer el devenir del “proceso catalán” en el próximo mes de Septiembre y finalmente terminaremos el año con unas elecciones generales que cambiarán, estoy convencido de ello, algunas de las “reglas” de nuestro escenario político. Me refiero evidentemente a la posibilidad/realidad de un gobierno de coalición entre los dos grandes partidos.
Y mientras tanto parece que lo que nos espera en materia económica va a ser –probablemente- mejor de lo que hemos vivido en los últimos años. Ahora recordamos el efecto inesperado de recibir en diciembre del año 2012 felicitaciones para el año 2014. Un hecho que ya se produjo en el año 2010 pero que no se ha repetido este año).
No sabemos cuán bueno será el futuro aunque muchos estimamos que no tanto como apuntan las previsiones de nuestro actual gobierno, aunque como escribí recientemente parece que sí, que todas las previsiones apuntan a que ya hemos llegado a la parte plana de la “L”, mientras otros apuntan a que la imagen final tenderá poco a poco a parecerse a la forma de un logo de una conocida marca de artículos deportivos.
Y aunque hay muchos factores que soportan esta preocupación me permitiréis que, por cuestiones estrictamente de conocimiento personal, centre mi interés en el campo del empleo. Y aquí el escenario no puede ser más confuso. Auguro que lamentablemente vamos a estar durante mucho tiempo con esta sangría social sin resolver y aunque no existen los milagros soy de los que pienso, y hace poco escribí sobre ello, que en este tipo de materias necesitaríamos algo de magia. También soy uno más de los convencidos de que, en este tema, es mucho mejor hacer algo que no hacer nada.
Y, permitirme el comentario, de que no creo que se estén haciendo muchas cosas que sí podrían y deberían hacerse.
Por ejemplo, y aunque no parezca que existan en este momento los mimbres adecuados para grandes cambios (debido al ciclo electoral en el que vamos a estar inmersos) un consenso en el diálogo social y por tanto para plantear y enfocar las reformas que nuestro mercado de trabajo necesita, no es lógico que, no se puedan plantear ni implantar medidas que introduzcan elementos de competitividad en la gestión del empleo. Porque las que se están poniendo en marcha o bien son tremendamente limitadas o bien parece que sólo tienden a favorecer a determinados actores.
En la nota a la que me he referido anteriormente escribía “aunque soy plenamente consciente de los “tabúes” que todavía tenemos en esta materia…..
Me parece fuera de toda lógica que sea el empleo el único de los 4 grandes derechos constitucionales que el Estado se compromete a prestar al ciudadano (los otros tres serían la educación, la sanidad y la seguridad) en los que todavía no hemos sido capaces de introducir elementos reales de colaboración y competitividad entre el sector público y el sector privado.
También me he referido en otros comentarios a las tres visiones que en opinión resumen las posturas de los que, como yo mismo, creemos que aunque es cierto que las normas laborales no van a resolver por sí solas los problemas de nuestro mercado de trabajo, también es evidente que, con una norma que asegure una cierta flexibilidad y un marco de competencia entre los diversos actores, las cosas mejorarían sin ninguna duda.
Y lo que hay/habría que hacer es un conjunto de cosas que incluyan: un cambio de mentalidad sobre la idea social del trabajo, modificaciones legales que favorezcan la contratación y que introduzcan elementos de flexibilidad en el puesto de trabajo y, por último, introducir elementos reales de eficiencia y competitividad en las gestión de las políticas activas de empleo.
La primera es muy compleja y exige un largo periodo de tiempo (pero de hecho ya se está claramente produciendo), la segunda probablemente deberá ser enfocada por el nuevo ejecutivo y… ¿la tercera?. ¿Porqué seguimos sin adoptar los cambios que todo el mundo sabe que deben de hacerse y que muchos somos los que reclamamos?.
Una muestra: ¿Durante cuánto tiempo vamos a seguir manteniendo un sistema público de empleo que al margen de costoso sólo consigue dar soporte en materia de orientación profesional al 3% de los desempleados?.
Recordemos que la recomendación europea es la de alcanzar un ratio del 20% y que los mercados de trabajo que mejor funcionan son aquellos en los que la colaboración (y competitividad) entre los actores públicos y los privados está más desarrollada..
Algo por lo demás que no debería de ser imposible.
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