Decía en el primer post que publiqué en 2008 sobre empleabilidad que “me gusta definir el concepto de Empleabilidad como el conjunto de atributos (conocimientos, habilidades, aptitudes y actitudes) que hacen que una persona pueda mantener su atracción en el mercado aún en el supuesto de una posible pérdida de empleo no voluntaria”.
He escrito también en http://pauhortal.net/blog/empleabilidad-y-desempleo/ que todos los puestos de trabajo tienen, hoy en día, una mayor o menor dosis de riesgo. “El futuro de cada uno de ellos depende de una serie de variables: la actuación individual, la capacidad de supervivencia de la compañía, también de decisiones (más o menos) estratégicas tomadas en la lejanía”.
Si el ser humano precisa una cierta dosis de seguridad para mantener un equilibrio personal, hoy esta seguridad, no puede dejarse en manos de la organización en la que estamos temporalmente integrados. Ha de depender de nuestra capacidad para mantenernos empleables a medio y largo plazo. Los que nos movemos en los ámbitos del capital humano somos conscientes que las generaciones más jóvenes (milenials) no dan el mismo valor al concepto de seguridad en el empleo que el que le dábamos las generaciones anteriores, probablemente porqué han constatado que es imposible que ninguna organización les asegure un empleo a largo plazo.
De igual modo, hoy muchos profesionales han constatado en sus propias carnes que difícilmente van a poder mantener una “relación de largo plazo” con una organización. Ello les ha obligado a “cambiar el chip” y a desear tener el control más amplio posible sobre su carrera y su trayectoria profesional. De ahí la relevancia de los procesos de “emprendeduría” como alternativas de empleo. En todo caso es indudable que, aunque son plenamente conscientes de la situación, esperan en este sentido ayuda o colaboración por parte de su organización.
Otra de las definiciones que he usado para definir este concepto es: “conjunto de elementos que permiten a una persona poseer los conocimientos habilidades, aptitudes y actitudes necesarias para dar respuesta a las necesidades de una organización”.
Escribí en el post escrito en 2008 al que podeis acceder http://pauhortal.net/blog/que-es-la-empleabilidad/ que la empleabilidad de un individuo se fundamenta en su capacidad (podemos sustituirlo por competencias), su destreza (sustituible por sus aptitudes) y su reputación (hoy usamos el concepto de marca personal). Decía también que si las organizaciones no pueden ofrecer seguridad a largo plazo sí que están obligadas a garantizar la empleabilidad de sus colaboradores. Digámoslo claramente: han transcurrido 10 años en los que la crisis ha hecho mella de todos nosotros. Un periodo en el que hemos visto alumbrar los inicios de lo que hoy llamamos transformación digital. Un periodo convulso pero en el que hoy,
Empezamos a constatar que, como respuesta a la necesidad de atraer y retener mejor el talento, las organizaciones ya destinan recursos para ofrecer contenidos formativos y de adaptabilidad, con el objetivo de favorecer su empleabilidad presente y futura.
Esto es un gran paso adelante. Constato que, de forma espero que definitiva, las organizaciones han tomado consciencia de que deben invertir en sus equipos humanos no porqué estén ligadas a ellos de forma permanente, sino porque esta mayor empleabilidad (competencias y destrezas), les aportará mayores rendimientos. La inversión en el desarrollo de la empleabilidad de sus colaboradores va a uno de los elementos a considerar para desarrollar una adecuada gestión de recursos humanos.
Para los que deseéis una mayor profundidad en el tema os propongo que toméis en consideración la definición que sobre este concepto hace Ines Temple (LHH Perú) que lo define “como la capacidad de mantener nuestras competencias, conocimientos y red de contactos al día para tener siempre el poder de decidir sobre nuestro proyecto de carrera”, http://ticsyformacion.com/2015/10/03/mejorando-nuestro-nivel-de-empleabilidad-infografia-infographic-empleo/ O el que formula la 23 edición del diccionario de la Real Academia de la Lengua que lo describe como “el conjunto de aptitudes y actitudes que permiten a una persona conseguir y conservar un empleo”.
En otras palabras como personas hemos de ser conscientes de que hoy la clave fundamental de nuestra trayectoria, será nuestra capacidad para desarrollar y potenciar nuestra propia empleabilidad.
O sea, trabajar en tres aspectos: conocerse, formarse y venderse siendo consciente de que cualquiera de estos tres factores sin los otros implicará disponer de un bajo nivel de empleabilidad para lo que, como individuos, debemos tomar en consideración los aspectos siguientes:
Tener confianza en ti mismo y en tus propias posibilidades: Esto significa tanto conocer tanto conocer tus propias capacidades como siempre tener una visión positiva. Esta máxima te servirá para desarrollar tu empleabilidad como para el resto de aspectos claves de tu vida. Pero en el campo profesional es aún, si cabe, más relevante.
Centrarse en potenciar/desarrollar tus puntos fuertes. Escoge aquellas áreas que mejor dominas y céntrate en ellas, ten en cuenta que nadie sabe hacerlo todo bien y que es mucho más fácil mejorar tus puntos fuertes que intentar cambiar los aspectos negativos.
Utiliza en tu interés tus contactos y relaciones. De entrada has de ser consciente de que nadie te debe nada y que ellos, aunque quieran ayudarte se mueven por sus propios intereses. Sin embargo ten el convencimiento de que hoy la “red de contactos” sigue siendo el medio clave para el desarrollo con éxito de tu trayectoria profesional.
No mires sólo al exterior. Muchos profesionales cometen el error de estar siempre con el foco puesto en la búsqueda de oportunidades en el exterior de las organizaciones en las que trabajan. Esto es un error grave. Muchas veces las oportunidades de desarrollo están dentro de la propia empresa.
Define objetivos claros, posibles y alcanzables. Si no tienes un objetivo claro y concreto no obtendrás resultado. Recuerda aquella máxima de que no es posible matar un elefante con una “escopeta de perdigones”. Tienes que mostrar que sabes dónde ir y que utilizas una estrategia clara, lógica y comprensible para alcanzarla.
Crea una marca personal que te distinga de tus competidores. Si consigues diferenciarte, es mucho más factible que tengas oportunidades de desarrollo. Prepara una estrategia para poder promocionarte de la mejor forma posible. Para ello analiza donde estás, y donde te gustaría estar. Pon el foco en objetivos posibles y realistas y orienta todas tus acciones y todos tus mensajes en este sentido. .
Y la última: Si estas “out” no te sientas jamás como un desempleado sino a caballo “entre dos trabajos”. Los tiempos en los que un candidato sin empleo era descartado automáticamente han terminado. Hay muchas cosas que puedes hacer “durante” y muchas más que puedes aportar para incrementar tu empleabilidad.
Deja tu comentario