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Aunque sigamos pensando en carreras profesionales lineales, la realidad es que hoy el trabajo ya no es lo era.

La atomización de los modelos laborales ya es definitiva y el paradigma consolidado de la flexibilidad obliga a re-imaginar el contrato social.

Con esta frase de Jordi Amat incorporada en el artículo titulado “el contrato del futuro”, publicado el pasado 15 de Noviembre en La Vanguardia y al que me referiré con más detalle en un próximo post y accesible en https://www.lavanguardia.com/opinion/20201115/49469198752/el-contrato-del-futuro.html?utm_term=botones_sociales_app&utm_source=social-otros&utm_medium=social finalizaba el primero de los post de esta serie en la que comento el libro publicado por Albert Cañigueral en el libro cuyo título es el mismo que el de este post y cuya referencia encontraréis en: https://www.amazon.es/El-trabajo-que-era-trabajar/dp/8416883920

Recordemos que, aunque no aceptemos la realidad, esta no deja de existir. Como he citado en el primero de estos post accesible en El trabajo ya no es lo que era (I) – Pau Hortal me gusta el concepto de “deconstrucción del trabajo”, aunque para ser más estrictos creo que deberíamos de referirnos al de “deconstrucción del empleo”. Albert sostiene que el proceso de digitalización que estamos viviendo (no sabemos si es el principio o la consecuencia) va a afectar, como por otra parte todos los informes incluidos los del WEF predicen, a un gran número de los empleos hoy existentes. El hecho de que este proceso afecte no solo a tareas burocráticas, repetitivas y de bajo nivel añadido sino a tareas y roles que hace tan sólo unos años se consideraban imposibles de tecnificar no hace sino profundizar el problema. Y el problema como he analizado en repetidas ocasiones en este blog impacta no solamente en la cantidad de empleos disponibles sino también en la desconstrucción de los esquemas organizativos tradicionales.


La pregunta no es si la tecnología nos quitará el trabajo sino si nos está forzando a encontrar otras alternativas diferentes a lo que hasta este momento hemos considerado como tal y al concepto de empleo de carácter “tradicional”. 


“Debería preocupar menos si un robot nos quitará el trabajo y más que nuestro jefe ya sea un robot”, dice en alusión al trabajo en plataformas donde son las instrucciones codificadas en la tecnología lo que determina qué debemos hacer, y quien define si debemos ser premiados o castigados por nuestro desempeño.

Albert es optimista. Poniéndose a sí mismo como ejemplo reconoce que la tecnología le ha permitido trabajar como consultor independiente en lo que le gusta, cuando le gusta, como le gusta y con quien le gusta. Pero él mismo reconoce que su caso no es extrapolable y que muchas personas “precarias” (en términos de seguridad) preferirían acceder a la estabilidad que garantizaba el formato antiguo de empleos llamémosles “tradicionales”.

Necesitamos afrontar la realidad y ello supone desde su intrínseco reconocimiento hasta modular la gestión de la velocidad en la implantación de las nuevas realidades. Aunque la máxima de que siempre es primero el hecho que el derecho también como no podría ser otra manera sea aplicable a esta situación, es necesario que socialmente hagamos el esfuerzo necesario para corregir sus elementos nocivos. Respecto a la velocidad propone el ejemplo de una vacuna.  “Es importante gestionar la velocidad: de igual modo que no ponemos en circulación una vacuna sin haberla probado antes, la tecnología laboral debería someterse a una evaluación de impacto social, (…) hemos pecado de buenismo social y hemos dejado que se implanten sin control modelos que evidentemente están muy alejados de lo que socialmente pueden ser aceptables para el siglo XXI.

Y ello supone además ser conscientes de todo lo que estamos socialmente generando. “Quien inventó el coche inventó el accidente de coche, seamos conscientes de todo lo que generamos”, al mismo tiempo que reclama la aplicación el principio utilizado por el filósofo francés Bernard Stiegler de ‘farmacón digital’. “Ta tecnología es a la vez el virus y la vacuna: genera el reto (el problema) pero (al mismo tiempo) es la mejor herramienta para resolverlo”


 “Tenemos que entender que en esta reconstrucción la mejor manera de encontrarnos, compartir conocimiento y coordinarnos es a través de la propia tecnología”.


De la misma manera que nos enfrentamos con la necesidad de definir las nuevas realidades por lo que nos encontramos con nuevos lenguajes. “Nos faltan palabras que nos ayuden a diseñar el futuro. El lenguaje es la primera piedra para construir la realidad”.

En este punto Albert se fija en Ferran Adrià y a su método Sapiens de Innovación: “Lo primero que él hace es explorar el campo semántico de aquello en lo que quiere innovar y ver cómo este lo limita, para convertir esa limitación en un facilitador”. Por ello formula la demanda de un mayor nivel de exigencia individual y social y encontrar individuos y organizaciones capaces de liderar este proceso. Un proceso que nos implica a todos. “Necesitamos pioneras y pioneros que tengan la osadía de lanzarse y construir puentes para ayudar a los demás a pasar de un paradigma a otro. Hay gente que se lanza en tirolina pero la mayoría necesitará un puente para pasar”, Una transición en la que debemos de ser inclusivos y no olvidarnos de los que se queden en el camino.

Volviendo a lo expresado por Jordi Amat que en algunos momentos parafrasea a Albert necesitamos definir un nuevo contrato social que incluya las condiciones que podríamos denominar “in” como a las condiciones “out” respecto al modelo de protección social. El modelo “vigente está quedando desfasado, el nuevo aún no hay quien lo escriba y en el periodo de transición no hay un contrato vigente que pare la dinámica de la desigualdad. No se ha sabido encontrar un equilibrio entre la flexibilidad laboral (que puede ser buena para ambas partes) y la seguridad económica de los trabajadores. Esto no es ni razonable, ni sostenible en el tiempo. Buscar el equilibrio debería ser el objetivo (…) y en ese empeño deben estar comprometidos trabajadores, empresas, agentes sociales y la política porque son necesarias nuevas políticas públicas y una nueva regulación a la altura de los tiempos”.