¿Cuánto durarán las secuelas del coronavirus? ¿Hasta qué punto la «nueva normalidad» implicará cambios a largo plazo en la sociedad, la economía y el empleo?
Estas son dos de las cuestiones que se formula e intenta responder el Informe elaborado por Mckinsey cuyo título es idéntico al de este post y cuyo resumen está accesible en el link The-future-of-work-after-COVID-19-Executive-summary.pdf
En el tiempo transcurrido desde Marzo 2020 son muchos los estudios, informes y análisis detallados con multitud de predicciones sobre el impacto que el Covid-19 en el futuro del trabajo (de hecho aparecen más de 100M de entradas en google bajo este título), aunque muchos de ellos centrados básicamente en el impacto inmediato o a corto plazo.
Sin embargo, cada vez son más los expertos que muestran una visión más amplia. Y entre ellos he escogido el informe de Mckinsey. Un informe que analiza el futuro del mercado de trabajo en 8 grandes economías como EEUU, China, Francia, Alemania, India, Japón, España y Reino Unido, que aglutinan la mitad de la población del mundo y el 62% del PIB mundial. Un informe que además incorpora un análisis más amplio en el que se tienen en cuenta no sólo los cambios que se van a producir como consecuencia de la crisis sanitaria. Y me refiero a los que van a producir desde los procesos de digitalización y robotización, la aparición de nuevas profesiones, los cambios en los hábitos de consumo, etc.
Una de ellas es la de que en el conjunto de los 8 países analizados (que suponen el 50% de la masa laboral mundial) más de 100M, equivalentes al 16% del total, se verán obligadas a cambiar de actividad profesional antes del 2030.
Las tendencias globales que analiza el informe y que a mi me parecen más significativas son las siguientes:
- Incremento del trabajo hibrido basado en el incremento de las interacciones virtuales (que afectará al 20/25% de la masa laboral) con relevantes impactos en sectores como el transporte, el comercio y los servicios.
- Desarrollo del comercio electrónico, que está creciendo, en promedio, a una velocidad superior a 3 veces a la situación prepandemia, con una relevante reducción del comercio minorista y que además impacta en la reducción de la movilidad social.
- Revolución de los costes de producción como consecuencia de los menores costes asumidos por el impacto de la robotización.
- Cambios radicales en las formas de prestación de servicios, como consecuencia de los nuevos hábitos de consumo.
- Presencia de nuevas estructuras organizativas para adecuarse a los nuevos formatos laborales y a la cada vez más relevancia del trabajo a distancia y de carácter independiente.
Un conjunto de tendencias cuyo resultado final será el de que muchas cosas no volverán jamás a la situación “de normalidad” a la que estábamos acostumbrados antes de la pandemia.
En el informe figuran también un conjunto de datos detallados referidos a la situación española (y que os invito a seguir). No obstante, y dado los propósitos básicamente introductorios de este post simplemente citar el referido a a que nuestro país destacará por ser (de los 8 analizados), el que tenga un mayor porcentaje de trabajadores obligados a tener que cambiar de actividad en el escenario 2030. El informe plantea que esto afecte a un 25% del total de la población activa, o lo que es lo mismo afecte a un total de 5M de personas.
Utilizando una expresión que utilizaba mi abuela… ¡Qué Dios nos coja confesados!
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