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Los datos no aseguran la calidad de las respuestas. Para obtener respuestas de calidad es necesario tener el conocimiento necesario para formular las preguntas adecuadas.

En la era digital, donde los datos se han convertido en el insumo esencial para la toma de decisiones, surge una pregunta clave: ¿de qué sirve tener datos si no garantizan respuestas de calidad? La relación entre datos y respuestas es un binomio inseparable, donde la calidad de los primeros determina el valor de las segundas.

La calidad de las respuestas depende de la calidad de los datos No basta con tener acceso a grandes volúmenes de información; su utilidad radica en su precisión, relevancia y actualización. Sin estos factores, incluso el mejor modelo de inteligencia artificial o el analista más experimentado pueden llegar a conclusiones erróneas.

El problema no es nuevo. En el mundo de la informática y la analítica de datos, existe un principio fundamental: “garbage in, garbage out” (basura entra, basura sale). Si los datos de entrada son incorrectos, incompletos o sesgados, las respuestas generadas serán igualmente deficientes.

Hechas estas reflexiones considero que es necesario definir cuales son los pilares que dan fundamento a una estructura de datos.

Contexto
No todos los datos son útiles para todas las preguntas. Una respuesta de calidad debe partir de información relevante, alineada con la situación que se está analizando. De lo contrario, se corre el riesgo de extraer conclusiones erróneas basadas en datos que no aplican.

Veracidad
En un mundo donde la desinformación prolifera, la precisión y verificabilidad de los datos son más importantes que nunca. Datos erróneos o manipulados pueden distorsionar la realidad y llevar a decisiones equivocadas con consecuencias significativas.

Actualización
La validez de los datos no es eterna. Una respuesta basada en información obsoleta puede ser más perjudicial que no tener respuesta alguna. En entornos donde la velocidad de cambio es alta, la actualización constante de los datos es imprescindible.

A pesar de los avances en automatización y algoritmos de aprendizaje automático, el papel de la inteligencia humana sigue siendo crucial. Filtrar, interpretar y contextualizar los datos es una tarea que requiere criterio y experiencia. Un modelo predictivo puede procesar miles de datos en segundos, pero la capacidad de discernir entre una fuente confiable y una sesgada sigue siendo una habilidad humana esencial.

El binomio Datos y calidad de las respuestas nos recuerda que la información por sí sola no es suficiente; su valor radica en su precisión, pertinencia y actualización. En un mundo saturado de datos, la capacidad de depurarlos y convertirlos en respuestas útiles es lo que realmente marca la diferencia.

En última instancia, la clave no está en acumular más datos, sino en aprender a usarlos con inteligencia.