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Los seres humanos nos reconocemos como la especie que es capaz de tropezar dos veces en la misma piedra. Pues bien, yo voy a dar validez a este principio y por segunda vez voy a escribir algunas reflexiones sobre la situación que vivimos en Catalunya después de haberme comprometido con todos vosotros/as (y conmigo mismo) a no hacerlo en el futuro.

Quiero recordaros a todos/as que, aunque este blog (que pronto cumplirá su mayoría de edad), no está expresamente dedicado a cuestiones ideológicas sí que no deja de ser (al margen de un lugar en el que expongo mis criterios sobre las áreas profesionales en los que estoy involucrado) un reflejo de las opiniones, criterios, dudas y cuestiones que me formulo sobre los temas que vivimos y/o sufrimos. De este modo a menudo escribo sobre temas vinculados a la situación social, económica y política y los escenarios de cambio en los que estamos viviendo. En todo caso si lo hago en este momento, retomando mis reflexiones sobre la situación catalana, es porqué estoy, como muchos otros catalanes, pensando que si bien pedimos que se nos entienda también lo es que no lo estamos poniendo fácil.

Antes de entrar en los elementos que soportan esta última afirmación deciros que escribí por primera vez sobre Ctalunya en este blog el año 2011. Lo hice en dos ocasiones, la última el 05/09 (unos días antes de la celebración de la Diada) en un post titulado “entender el problema catalán” accesible en https://pauhortal.com/entender-el-problema-catalan/ y que os invito a leer.


13 años después muchos catalanes vivimos en una situación difícilmente entendible, que puede calificarse de desconcierto, y que nos lleva a ser totalmente exceptivos sobre el papel y el rol de la “clase política” incluyendo en este concepto tanto a la catalana como a la del resto del Estado.   


Una situación que puede ser descrita por los siguientes hechos objetivos:

  • Seguimos siendo una Comunidad Autónoma hoy gobernada de forma legítima por el PSC-PSOE que ha llegado a la Presidencia de la Generalitat con el apoyo de ERC, una de las dos partidos independentistas que dirigieron y ejecutaron el llamado “procés”. Recordemos que estas dos fuerzas políticas formalmente independentistas hubieran podido aliarse para gobernar conjuntamente.
  • Nos hemos dotado de una Ley de Amnistía dirigida a resolver los procedimientos judiciales iniciados como consecuencia de los hechos ocurridos entre 2012 y 2017 que no se está aplicando por los frenos puestos en su aplicación por un Poder Judicial bajo control de una estructura que responde a criterios cuestionables democráticamente. 
  • Que el gran poder hoy de las fuerzas independentistas se concentra en el rol relevante que tienen en el Parlamento del Estado. Una influencia que se caerá como un castillo de naipes en el momento en que las dos grandes partidos políticos de carácter estatal sean capaces de alcanzar un acuerdo parlamentario. Una muestra clara de la falta de madurez que todavía condiciona nuestra democracia. 
  • Acabamos de vivir cómo un órgano judicial (la Audiencia Provincial de Barcelona) cierra, con la calificación de «fraude de ley», el procedimiento judicial (denominado caso Bolhoff) iniciado por un Juez de Instrucción dirigido a investigar la llamada conexión rusa en el “procés”. Un comportamiento que no tendrá ningún tipo de sanción y que es una muestra más de que nuestro sistema judicial sigue manteniendo criterios de gestión autocráticos.
  • Recordemos que los dos grandes partidos independentistas catalanes mantienen en su cúpula a las mismos líderes que gestionaron todos los acontecimientos ocurridos hasta 2017. Sin que, al margen del impacto personal (en términos de cárcel o de exilio), ambos hayan formulado una crítica objetiva, sobre sus responsabilidades en las expectativas generadas, los acontecimientos vividos y el resultado final. 
  • Que el pasado martes 17/12 en una entrevista en TV3 (canal público de televisión) de una duración de aproximadamente de 45 minutos con el President Puigdemont (líder de uno de los dos partidos independentistas más relevantes) no se hablo ni utilizó, en ningún momento, los términos “procés” e “independencia”.

Lo dicho…. ¡Es el juego de los despropósitos!

Un juego en el que nadie, ni probablemente nosotros mismos, somos capaces de racionalizar todo lo ocurrido para, por ejemplo, hacerlo comprensible a un extraterrestre. Y que nos ha llevado a una realidad que no tiene nada que ver con las expectativas que muchos intentaron generar. Los mismos que hoy no son capaces de dar una respuesta racional a preguntas tan simple como: ¿hacia dónde vamos? y, ¿para qué ha servido tanto esfuerzo y tanto dolor?