Cuando llevamos ya más de un año en una situación que tan solo 18 meses antes muchos hubiéramos calificado como de ciencia ficción y ya estemas empezando a vivir su final, es un buen momento para empezar a pensar y reflexionar sobre todo lo que hemos aprendido en este periodo.
Este post es el resultado de un conjunto de reflexiones personales sobre los aprendizajes y desaprendizajes que organizativamente hemos de asumir y gestionar. Una reflexiónes que he hecho en los últimos días tomando como base o referencia el post que Sergio Jimenez publicó en su blog “Analítica pública” accesible en el link https://u-gob.com/10-cosas-que-hemos-aprendido-para-la-transformacion-digital-en-las-aapp-a-raiz-de-la-pandemia/ que aunque está escrito tomando como referencia las Administraciones Públicas considero, como no podía ser de otra manera, que resulta aplicable a todo tipo de organizaciones.
Aquí van los 8 aprendizajes (inspirados en los 10 que Sergio expone en su post) que me permito proponeros y que formulo pensando en su aplicabilidad a cualquier entorno organizativo.
- Podemos trabajar “a distancia”. Aunque hace un año el trabajo a distancia o teletrabajo era algo con poco desarrollado en la mayoría de las organizaciones de repente no nos quedó otro remedio que seguir trabajando sin contacto personal. Aunque el teletrabajo supone muchos más cambios que el simple hecho de hacerlo desde un lugar distinto al habitual, como están mostrando los análisis e investigaciones que ya se han realizado (a título de ejemplo os recomiendo que dediquéis 30m a escuchar la presentación que sobre el estudio realizado por DCH con el apoyo de la Universidad de Navarra) el teletrabajo supone grandes beneficios sociales y ha llegado para quedarse.
- También en los entornos organizativos no hay nada que sea inamovible y que no esté sujeto a cambios. No hablamos solo del teletrabajo, sino de un montón de cosas que parecían imposibles y que hoy nos parecen de lo más normales y que ya estan formando parte de nuestras vidas. La reducción de los desplazamientos, la tramitación de todo tipo de gestiones por sistemas on-line, el replanteamiento de las relaciones entre las organizaciones y sus clientes/usuarios/consumidores. Muchas cosas han cambiado y no volverán a ser como antes. Ah…. Y no nos olvidemos de los cambios en las estructuras jerárquicas que ello va a suponer.
- La implicación y el compromiso de las personas puede ser muy elevado en momentos puntuales. El problema reside en cómo mantenerlo a largo plazo. Lo ocurrido en el último año muestra que (a excepción de un porcentaje muy reducido de personas) la gran mayoría de todos nosotros estamos disponibles para dar lo mejor de nosotros mismos ante la adversidad. La excelente respuesta social a todo lo ocurrido se fundamenta en la implicación de miles de personas que han mostrado su compromiso. Se ha hecho mucho porque se apreciaba que era mucho lo que había en juego. El problema reside cuando queremos que este compromiso se mantenga a largo plazo si no existe ni la voluntad ni la capacidad organizativa para hacerla posible.
- Necesitamos datos para tomar decisiones acertadas y necesitamos aprender a utilizarlos para adoptar las mejores decisiones. Mucho hemos aprendido sobre este tema en el último año. Inicialmente hemos tenido que dedicar mucho tiempo al análisis sobre la veracidad y consistencia de los datos que en muchos casos han sido, incluso, más con una perspectiva interesada que con el objeto de servir de base para la adopción de las decisiones más adecuadas. Todo necesita un aprendizaje y también sobre el uso más adecuado de los datos de los que por suerte hoy disponemos.
- La organización puede y debe tomar decisiones basada en datos, pero necesita generar credibilidad para que estás sean aceptadas y lleven a la acción. A pesar de que a veces no lo parezca somos la sociedad humana con un nivel de formación más elevado en toda la evolución humana. Y también aquella que dispone de mayores medios para acceder a la información y a la desinformación. Necesitamos líderes que hagan uso de la información disponible con un objetivo global. Lo que puede ocurrir, finalmente es que lleguemos a tener a un alto volumen de miembros de nuestras organizaciones (y esto también resulta válido para el conjunto social) cuya vinculación moral con los líderes sea negativa.
- El aprendizaje nunca es fácil ni automático. Debemos ser capaces de admitir que el error existe y que de él también se obtienen resultados positivos. En un año hemos cambiado nuestras ideas de cómo se contagia el virus, cuál es su riesgo y cómo protegernos varias veces. El aprendizaje puede llegar a ser doloroso y de hecho hemos perdido millones de vidas en este proceso. Pero el aprendizaje resulta más fácil si se gestiona con transparencia y se confía en que las personas/empleados/subordinados seamos capaces de actuar adecuadamente.
- Los medios y procedimientos puedan cambiarse, pero algunos valores deben son inamovibles. Las nuevas realidades no han llevado a admitir determinados usos y herramientas que antes de la pandemia muchos hubieran/amos impugnado. Y este principio es válido para todo tipo de actividades humanas: desde la formación, la prestación de servicios e incluso la administración pública. Finalmente, las formas en que somos capaces de dar respuestas a las necesidades humanas son cambiantes, lo que en todo caso supone que debamos de mantener los valores. Y con ello me refiero a los conceptos de calidad, eficacia y eficiencia.
- El futuro se escribirá entre todos y con los compromisos personales y sociales que seamos capaces de adoptar. Hemos tenido que inventar soluciones sobre la marcha. Lo que sabíamos no servía y hemos tenido que aceptar y aprender en muchos casos de los fracasos. Esto pone claramente en jaque a las culturas organizativas que se basan estrictamente en la validez de “siempre lo hemos hecho así”. Hemos tenido que aceptar el fracaso y sus costes porque no había experiencia anterior que nos iluminara.
El mundo que estamos configurando entre todos será el resultado también de las decisiones que todos (organizaciones y personas) estamos tomando cada día. No hay nada escrito y, si lo hay, no será seguro nuestra mejor solución.
Aunque es probable que finalmente aplicaremos el principio de 2 pasos para adelante y uno para atrás lo cierto es que ya no volveremos al punto de partida.
Para terminar recordaros que solamente intento reflexionar sobre las cosas que hemos aprendido y sobre los comportamientos que deberíamos de desaprender. Y aunque éstos puedan ser normalmente más costosos, vamos a ver rápidamente, si se consolidan o no. Como no me he cansado de repetir últimamente las tensiones para la vuelta a la “antigua normalidad” van/están siendo muy fuertes, pero ¿podemos poner puertas al cambio? Y soy perfectamente consciente que he cambiado el concepto de campo por cambio.
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