Finalizaba el segundo de los post de esta serie afirmando que en lo relativo a los procesos de transformación debemos abrir nuestra mente, olvidándonos de los tópicos y de las especulaciones.
Ocurre que es una realidad que ya forma parte de nuestra vida y sin la que nos sentiríamos totalmente desamparados y a la que no queremos renunciar, aunque a veces nos genere sentimientos contrapuestos de intranquilidad o incluso miedo. Recordemos que no hace mucho (finales de los 90) vivíamos sin la presencia de la web, algo que hoy forma parte consustancial de nuestras vidas y que estamos en un estación esperando a un tren en el que tenemos que subírnos, sí o sí.
Aunque no nos lo parezca porque la estamos viviendo día a día, la transformación es brutal y cuando termine –si termina en algún momento- nada será igual.
Desde el principio de la revolución industrial las organizaciones han vivido basadas en el secreto y la restricción al acceso a la información. Un argumento que Enrique Dans expone en https://www.enriquedans.com/2017/07/las-reglas-cambian.html “Si querías hacer algo, lo desarrollabas en secreto. Sin decírselo a nadie, contratabas a las personas adecuadas, les proporcionabas los medios necesarios, y cuando tenían listo aquello que considerabas que te otorgaba una ventaja sobre tus competidores, lo ponías en el mercado por sorpresa. Esa idea del factor sorpresa, de la necesidad de pillar a tus competidores desprevenidos, sin que tuviesen idea de lo que estabas tramando para conquistar el mercado y posicionarte como pionero, era un elemento absolutamente fundamental en los negocios (y en la dinámica interna de las organizaciones)».
Un ejemplo más de ello lo vamos a poder vivir siguiendo a Enrique en https://www.enriquedans.com/2018/08/contextualizando-la-importancia-de-5g.html en lo relativo a la adopción de la tecnología 5C. “Para el usuario medio, 5G es en muchos casos simplemente lo que viene después de ese 4G que vino después del 3G (y tiene su base en disponer de mejores niveles de acceso y de mayores velocidades) En la práctica, el despliegue de 3G, a pesar de ser desplegado primero en Japón, fue lo que permitió, tras su despliegue en los Estados Unidos en 2002, la llegada del iPhone y de las tiendas de apps en 2007, del mismo modo que el despliegue de 4G posibilitó que surgieran, (..) aplicaciones como Instagram o Uber, permitiendo que esas apps alcanzasen suficiente masa crítica antes de lanzarse y convertirse en líderes en el resto del mundo”.
Pero que es lo que realmente cambará el 5G. «No se trata simplemente de mayor velocidad y menor latencia, (..) Más velocidad – hasta cien veces más, aunque posiblemente se reduzca algo tras su despliegue masivo o que la latencia se reduzca hasta hacerse prácticamente imperceptible es, en realidad, lo que va a permitir el desarrollo de aplicaciones que van desde los entornos tridimensionales holográficos o el vídeo enriquecido, hasta desarrollos de la internet de las cosas como la medicina preventiva, las ciudades inteligentes o los vehículos autónomos, y eso sin considerar las posibles aplicaciones adicionales que puedan surgir sobre una plataforma como esta. De hecho, resulta llamativo que estemos hablando tan poco de una tecnología destinada a cambiar el mundo de una manera tan radical y tangible»
Y el problema o la realidad es que se está produciendo una batalla (por ahora incruenta) sobre quien va ser el líder en la implantación de esta tecnología. “Que Japón liderase inicialmente el despliegue de 3G, en la práctica, supuso relativamente poco: los emprendedores japoneses no fueron entonces capaces de capitalizar esa ventaja inicial, como sí supieron hacerlo varias compañías norteamericanas. Pero todo indica que esta vez, en el caso de China, la historia podría ser diferente, y que podríamos ver, por ejemplo, a WeChat, que en la actualidad ofrece, además de mensajería, servicios que van desde los pagos móviles hasta la banca online o el transporte, ganando experiencia (…) y ofreciendo esos servicios a medida que otros países van llevando a cabo su despliegue» Y todo ello puede definir quién va a asumir el líderazgo tecnológico y probablemente económico y social en los próximos años.
En los próximos diez años, tal como indican Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee en “The business of artificial intelligence“, un excelente artículo accesible en https://hbr.org/cover-story/2017/07/the-business-of-artificial-intelligence existe una alta probabilidad de que la inteligencia artificial comporte la sustitución de los líderes y directivos que no sepan usarla por aquellos que sean capaces de hacerlo. Vamos a vivir cambios o transformaciones radicales tanto en los procesos organizativos como, probablemente, en las estructuraas políticas, que se retroalimentarán a sí mismos generando nuevas transformaciones radicales en la sociedad y en las propias organizaciones y a la inversa.
La tecnología no sólo va a generar nuevos productos y servicios que hoy son incluso impensables sino que va a transformar las estructuras internas de las organizaciones, las relaciones de producción y comerciales e indudablemente los criterios y fundamentos de la dirección.
Y las preguntas a formularse son: ¿Estamos preparados para ello? ¿Podemos “digerir” estos avances? ¿Qué estamos haciendo individual y organizativamente para asumirlos? ¿Cómo vamos a controlarlos sí es que debemos controlarlos? ¿Qué están haciendo nuestros líderes para que esta transformación se haga de forma ordenada y con los menores costes sociales y económicos? ¿Se incrementará el control social sobre los individuos? ¿Cómo afectará todo ello al concepto de democracia?
Y como afirma Marc Vidal en https://www.marcvidal.net/blog/2018/3/14/te-preocupa-la-cuarta-revolucin-industrial-pues-reljate-esto-no-ha-hecho-ms-que-empezar El problema es que no existe una cultura política, social y empresarial “ valiente para este tipo de modelos nuevos y disruptivos. Para conseguir adaptarse a los cambios y tener éxito, los proyectos de innovación y de transformación (puede que digital) de una empresa (y de una sociedad) han de ser permanentes, no episódicos. La mayoría de los grandes cambios que la Cuarta Revolución Industrial va a traer (no han llegado aún). No hemos llegado ni a la primera meta volante. Esa primera etapa será el 5G, el big data genérico, la inteligencia artificial rodeando nuestras vidas, una nueva relación con el poder, ciudades estado etc. Estoy seguro que, empresas y sociedad, deberemos entender y hacer comprender a quienes nos gobiernan política y económicamente que las relaciones tal y como las conocemos van a cambiar de manera radical en breve. Lo que antes eran 10 años, ahora son 5 minutos”.
No podemos esperar ni detenernos si además tomamos en cuenta el análisis que Manpower realiza en el informe titulado “Del directivo tradicional al líder digital” accesible en http://www.manpowergroup.es/Estudio-ManpowerGroup-Del-Directivo-tradicional-al-lider-Digital-Los-retos-de-la-Transformacion-Digital
Todas ellas consideraciones de gran relevancia que debemos de plantearnos como respuesta a las nuevas realidades que va a generar este proceso de transformación, que ya vivimos aunque no seamos plenamente conscientes de ello y que he intentado analizar en esta serie de comentarios.
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