Muchas organizaciones están empezando a poner en marcha procesos de transformación tanto en sus estructuras organizativas como en sus modelos de negocio.
Unos procesos que como afirmaba en http://pauhortal.net/blog/transformacion-6/ exigen la modificación de muchas actitudes y comportamientos directivos y que, nos gusten o no, son claramente irreversibles si queremos asegurar la supervivencia de nuestras organizaciones. Un proceso que debemos afrontar con el espíritu de convertir el cambio en oportunidad.
Un cambio que el informe de Mckinsey accesible en https://www.mckinsey.com/business-functions/organization/our-insights/organizing-for-the-age-of-urgency expone en la forma siguiente: Muchos directivos «crean organizaciones adaptadas y de rápido movimiento que pueden responder (de forma rápida y flexible) a las nuevas oportunidades y desafíos a medida que surgen» Recordemos que transformar/cambiar exige: imaginar e implementar nuevas estructuras, diseñando nuevas formas de gestión y nuevos modelos de dirección. Definir nuevos propósitos y nuevos modos de relacionarse con el entorno social. Combinar el sentido de la urgencia (frente a sus oponentes: darse prisa o no moverse) con los factores de agilidad, capacidad e identidad etc. ” En definitiva conseguir poner en marcha una organización que pueda enfrentarse con éxito al futuro”.
Una nueva realidad a la que las organizaciones deben aprender a enfrentarse para ser capaces de hallar las respuestas adecuadas. Raquel Garcia Pastor en un excelente artículo al que es posible acceder en https://thevalley.es/blog/brujula-the-valley-claves-para-abordar-la-transformacion-de-tu-compania/ escribe lo siguiente. “Tengo una pregunta para todos los que imaginan el futuro: ¿Y ahora, qué? Ya he aceptado que vivimos en un momento de cambio, que tenemos nuevas formas de pensar, de consumir, de relacionarnos, de aprender y por supuesto de trabajar. Tengo claro que la experiencia de usuario es ahora la clave para dar respuesta a cualquier tipo de oferta de bienes y servicios, que los empleados son ante todo usuarios y que tenemos que reinventar parte de nuestros modelos de negocio, antes de que otros lo hagan por nosotros. Pero ¿cómo sé en qué punto estamos en mi compañía? (y) ¿por dónde empezar el proceso de transformación?”
Para ello debemos ser conscientes de los que Raquel denomina como puntos cardinales: “Personas, Cultura, Espacios y Metodologías, claves en las que tenemos que trabajar para hacer realidad la Transformación digital (dado que) de otra manera nos encontraremos con un gap entre lo que hacemos y lo que decimos. Abordar un cambio como éste es un gran reto profesional, os invito a que lo hagamos con ambición estratégica, definiendo claramente nuestro propósito y sobre todo poniendo a las personas y sus expectativas muy por encima de la tecnología y de las herramientas”.
Si queremos como directivos que nuestra organización “sea de verdad percibida como innovadora, no te preocupes por sus resultados económicos, preocúpate por la transformación que va a generar, por la manera en que tu idea va a cambiar el mundo. El dinero ya vendrá cuando lo hayas hecho. Preocuparse por el dinero… es de pobres. Una afirmación formulada por Enrique Dans en https://www.enriquedans.com/2017/04/la-percepcion-de-la-innovacion.html? que con toda seguridad puede darnos miedo, chocar frontalmente con la presión por los resultados a corto plazo y llevarnos, incluso, a pensar que se ha vuelto loco pero que es un importante reflejo de la realidad.
Alvaro Ortin formula en un post al que es posible acceder en http://blog.enzymeadvisinggroup.com/digital-advising/transformación-digital-empresas el criterio de que “el avance imparable de la transformación digital está arrastrando cambios en las políticas de la planificación empresarial y en los códigos y formas de construcción de las organizaciones (…) La digitalización está provocando importantes cambios en la sociedad y en el mundo empresarial y la irrupción de la transformación digital no sólo ha modificado la forma de consumo, sino la forma en que se crean las empresas y toda la interacción con los usuarios, sean clientes, empleados o participantes de cualquier tipo”.
Todos reconocemos que la transformación ha llegado a las organizaciones para quedarse, que estamos en un momento en que lo relevante es tomar la consideración del cliente/usuario como protagonista fundamental y que ello está generando la incorporación de nuevas herramientas dirigidas a mejorar la provisión de nuevos productos y servicios y la consecuente obtención de los objetivos y resultados.
Sin embargo, este proceso de transformación organizativa no es fácil dado que tiene que enfrentarse y superar multitud de reticencias internas.
Cada día existen menos dudas sobre la enorme importancia de las nuevas tecnologías y de su capacidad para generar avances y valor añadido. «Según una encuesta llevada a cabo por el MIT, si bien el 85% de los directivos considera la inteligencia artificial como una tecnología importante que permitirá a su compañía entrar en nuevos negocios y obtener o sostener una ventaja competitiva, solo una de cada cinco empresas (la) ha incorporado (…) en sus ofertas o procesos. Tan solo una de cada 20 la ha incorporado de una forma que pueda considerarse exhaustiva, y menos del 39% de todas las empresas tiene algún tipo de estrategia con respecto a ella” Unos argumentos expuestos por Enrique Dans en su post https://www.enriquedans.com/2018/01/el-futuro-las-prisas-y-los-errores-de-concepto.html
Y ello se produce porque a menudo resulta difícil de entender el concepto de -inteligencia artificial-. Es este punto las posibilidades son tan novedosas, complejas y desconocidas que muchos directivos, y como consecuencia organizaciones, son incapaces de proyectar su impacto hasta las últimas consecuencias y de proponer y poner en marcha iniciativas de cambio que respondan a la realidad. “Lo que predominan son visiones apocalípticas, tremendistas: ante un artículo que menciona la presencia de un robot en un consejo de administración capaz de cualificar las estrategias o escenarios planteados por directivos, lo que el directivo medio imagina de manera inmediata no son las ventajas de un consejo así y la mejora en la calidad de la toma de decisiones de alto nivel, sino el peligro de sustitución de su puesto de trabajo, o cuando menos, la generación de escenarios de inseguridad”
Sin embargo frente a los que se oponen a cualquier cambio o simplemente se plantean ambiciosas reflexiones filosóficas sobre el futuro de la humanidad para las que nadie tiene aún respuesta, algunos otros “se dedican a extraerle partido y rendimiento, y a aprender a desarrollar proyectos tangibles en un ámbito que cobra cada día más importancia. Los principios no son sencillos, los proyectos tienen una ‘travesía del desierto’ importante en términos de definición de objetivos, recolección y transformación de datos e ingeniería de procesos”. Un escenario que asusta a muchos y que comportará la desaparición de muchas organizaciones.
Un escenario que comporta cambios organizativos pero fundamentalmente un cambio de actitud de los equipos humanos, empezando por la de los directivos. Una reflexión que es consecuencia de la lectura del excelente artículo de Miguel Ángel Barrio publicado en Expansión y accesible en http://www.expansion.com/economia-digital/protagonistas/2017/12/23/59f372d1e5fdea88568b46e6.html.
No nos engañemos, ni busquemos falsos culpables. La verdadera transformación digital de una empresa/organización debe generarse en su interior.
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