El pasado 28 de Mayo Xavier Marcet escribe en la Vanguardia un artículo en el que refiriéndose a nuestra administración pública se formula la pregunta siguiente: ¿Tiene remedio la administración?
En éste artículo al que podéis acceder en el siguiente link http://www.lavanguardia.com/edicion-impresa/20170527/422984959104/tiene-remedio-la-administracion.html el Presidente de la Barcelona Drucker Society formula de entrada la afirmación siguiente: «Una sociedad que deberá enfrentar retos mayúsculos como el sostener grandes longevidades en un mundo con menos trabajo disponible, o como todos los desafíos derivados del cambio climático, no puede tener administraciones que no aprovechen todo el potencial de las tecnologías 4.0»
En esta misma línea en mi post sobre transformación digital del pasado mes de Junio http://pauhortal.net/blog/?s=y+el+sector+publico me formulaba la pregunta siguiente ¿Y en sector público, qué? No me cabe ninguna duda de que el conjunto de las administraciones públicas, a pesar de todas las reticencias internas, básicamente de carácter cultural, no tendrá más remedio que adaptarse en un mundo en el que todo se transforma como consecuencia de la necesidad de adaptarnos a los cambios que el desarrollo provoca en nuestras vidas.
Y tendrá que hacerlo si como bien dice Xavier “si no quiere perder su misión última: servir bien a los ciudadanos” aunque muchas veces muchos podamos tener la sensación de que lo único que pretende es servirse a sí misma, aunque la pregunta clave sea la siguiente “¿Podrá una administración pensada como una máquina para gestionar certezas y estabilidades adecuarse a un mundo de incertidumbres y volatilidades?”.
No cabe ninguna duda…. La administración debe adaptarse a los nuevos tiempos. O la hace o simplemente desaparecerá.
Como en la gran mayoría de los escenarios y grupos humanos en la administración pública funciona el principio o teoría de las tres partes. Sigo a Xavier aunque me permito introducir algunos comentarios personales que encontrareis en paréntesis. “La teoría de los tres partes funciona (también en las organizaciones públicas). Una parte de gente de talento que da resultados por encima de la media, una parte de gente de resultados y compromiso mucho más oscilante y (por último) una parte de personas que (todo el mundo sabe cómo terminaron accediendo a la función pública) pero que (lamentablemente y esto es lo más fastidioso) todo el mundo sabe que no se irán nunca”.
Recientemente, por cuestiones profesionales, he estado en contacto con diversos profesionales del ámbito público y también con algunos profesores universitarios especialistas en esta materia. Del conjunto de argumentos que he recibido me ha sorprendido la motivación y el interés general sobre la necesidad de transformación de la administración pública con algunas previsiones que incluso pueden parecer imposibles de llevarse a cabo… como la formulada en el sentido de que la administración pública del futuro tendrá un 90% de efectivos menos que en la actualidad. Ello supondría por ejemplo admitir que no tiene ningún sentido de que los profesionales de la medicina y de la educación sigan siendo miembros de lo que hoy denominamos función pública.
Xavier, entre tanto, formula alguna de las cuestiones que actúan como freno de esta transformación. Cita en primer lugar la que tiene que ver con el talento. “la quiebra en la fluidez de talento es muy grave en las administraciones. Las organizaciones que gestionan bien el talento lo hacen fluir, entra y sale gente. Hoy de las administraciones no sale ni entra nadie. Que no se incorporen estas generaciones de jóvenes…. formados en el paradigma digital y socialmente comprometidos a las administraciones, es un gran desastre. La transformación digital es mucho más difícil en organizaciones dónde no fluye el talento.
Como segundo freno señala el factor cultural “Siempre hay excusas para no cambiar y poner por fin a los ciudadanos en el centro y adaptarse a sus necesidades. Ya no son los ciudadanos los que deben adaptarse a las administraciones, son éstas las que tienen que cambiar, ser mucho más flexibles e innovadoras. Definitivamente, el modelo de funcionario del siglo XX no resistirá en el siglo XXI. En un mundo de trabajo líquido, las administraciones no serán inmunes y no resistirán con patrones profesionales propios de un mundo que se desvanece. Hay que desbloquear esas culturas tan corporativistas que dejaron de mirar al mundo que cambia y solo tienen ojos para sí mismas”.
El tercero los factores organizativos y/o estructurales “o, las estructuras lentas e inerciales de las administraciones son todo lo contrario de la agilidad. No hay capacidad de desburocratización. Veamos un ejemplo: El necesario énfasis en la transparencia está reburocratizando las administraciones. Hay poca capacidad de innovar”.
Mientras que en los ámbitos organizativos la inteligencia artificial, la gestión del dato, la realidad virtual está produciendo grandes cambios no tan sólo en los productos y en la forma de proveerlos en la administración pública (a pesar de algunos intentos de éxito) su nivel de implantación está, todavía, muy lejos de lo razonablemente deseable.
Termino con una última frase de Xavier. “Una sociedad que deberá enfrentar retos mayúsculos como el sostener grandes longevidades en un mundo con menos trabajo disponible, o….. los desafíos derivados del cambio climático, no puede tener administraciones que no aprovechen todo el potencial de las tecnologías 4.0. Es hora de cambiar, sin dramas, pero con convicción. Ya no podemos continuar confundiendo estrategia y planificación, ni modernización con innovación, ni talento con escalafón. Todo esto es demasiado serio como para dejar la administración solamente a la administración”.
Unas reflexiones excelentes que deberían de hacernos pensar y comprometernos a todos.
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