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Vamos a vivir en los próximos años un cambio radical en el concepto de trabajo, que se sustentará fundamentalmente en mayores dosis de flexibilidad (algunos la llamarían inseguridad).

Un proceso consecuencia de muchos aspectos pero influido por el desarrollo de la robotización, al que me he referido en repetidas ocasiones en este blog. Sólo es necesario pensar en lo que ha cambiado en nuestras vidas en los últimos 10 años. Un proceso que, probablemente, va a seguir consolidándose en los próximos años.

Es probable que dentro de 10 años muchas de las profesionales y posiciones profesionales que sustentaban a las llamadas clases medias (las que dependen de ingresos salariales para sobrevivir) hayan simplemente desaparecido. No creo que hoy seamos capaces, todavía, de imaginarnos los cambios sociales que esto va a provocar.   


En definitiva, estamos empezando a vivir una especie de reproletarización. Una situación en la que muchos profesionales no van a poder disponer de la seguridad y estabilidad en sus vidas comunes a las que hemos vivido las generaciones pasadas.


Esto tendrá muchas otras consecuencias: Individualismo, Populismo etc. Mientras tanto coincido con todos aquellos que piensan que las revoluciones se producen cuando existe una demanda social de igualdad y un sentimiento social que hoy no veo por ninguna parte. Un ejemplo, como muchos de nuestros jóvenes, si yo hoy tuviese ahora 28 años, tendría un nivel de formación como nunca ha tenido el ser humano, pero un futuro laboral totalmente incierto.

En este contexto (para la gran mayoría de nuestros jóvenes) sólo existen 4 opciones: emprender, emigrar, involucrarme en un proyecto de resistencia política o pasar a la marginalidad.

La suma de tendencias que estamos viviendo: digitalización, robotización y personalización de la oferta de productos y servicios va a revolucionar las formas tradicionales en que hemos prestado el “trabajo” y consecuentemente las formas en que para la mayoría de nosotros hemos sustentado nuestra subsistencia.

Estamos viviendo un proceso de cambio. Aunque no sepamos con total certeza en qué dirección, es muy probable que en el futuro el concepto de “puesto de trabajo” simplemente desaparezca. No solo se transformaran las ocupaciones sino que ya estamos empezando a vivir nuevas formas de realizar lo que hemos tradicionalmente llamado como trabajo. Hay quien piensa que las profesiones tenderán a desaparecer y no se contratará a las personas, sino a sus capacidades, y mediante fórmulas flexibles. Esto puede asustar pero es un reto con el que las generaciones jóvenes van a tener que convivir. Y todo ello como consecuencia de que en 20 años habremos vivido muchos más cambios que en los últimos 2 siglos.


Conviene que tengamos presente que en 10 años el 60% de los actuales puestos de trabajo en muchos sectores desaparecerán o, simplemente, serán desarrollados por robots. 


Gracias, en otros factores al desarrollo de la tecnología se va a producir un incremento sustancial del que podemos llamar “empleo independiente” que transformará la manera con la que muchos “trabajadores” desarrollen su trayectoria profesional. Es probable inclusivo que el trabajo, tal como hasta ahora hemos conocido, deje de ser el eje central de la actividad humana en muchos colectivos.

Resulta inevitable destacar la cada vez más relevante presencia de los entornos de emprendimiento. Las ideas que impulsan los proyectos que ponen en marcha muchos emprendedores suelen responder a grandes tendencias sociales que, a su vez, tienen que ver a con una evolución o con nuevos hábitos, preferencias. Las personas estamos adoptando cambios en el estilo de vida, en los valores, las creencias etc. Y los emprendedores son más capaces de responder a éstos cambios.

Estas tendencias terminan por crear o expandir los nichos de mercado y generan nuevas profesiones que están relacionadas con la oferta de conocimiento y anticipación del futuro. Aunque es razonable pensar que los emprendedores no van a ser capaces de crear por si mismos la cantidad ingente de puestos de trabajo que van a desaparecer como consecuencia de los procesos de digitalización y robotización, sí que son la referencia para detectar nuevas actividades, profesiones y negocios. 

Estamos recorriendo el camino de una sociedad de servicios a….. Estamos empezando a vivir en un entorno social en el que los robots sustituirán de forma más eficiente a los seres humanos. Hoy ya no necesitamos del trabajo de todos para sobrevivir como especie. Es posible que ello pueda ser manejable (en términos económicos y sociales), sin embargo, individualmente, se va a generar una competencia intensa por ocupar los puestos de trabajo de «alto valor añadido». Proceso que va a tener la consecuencia que se incremente sustancialmente la preocupación de los profesionales por su desarrollo, su empleabilidad y su marca personal.

Puesto que se trata de recurrir a nuevas soluciones y de crear tu propio trabajo, los profesionales deben de empezar a pensar como proveedores de servicios. En realidad todos somos empresarios aunque estemos trabajando por cuenta ajena y si ,lamentablemente, hemos perdido el empleo debemos de empezar a pensar en la perdida de un cliente.

Sin embargo no todo resulta negativo. Las nuevas condiciones laborales potencian determinadas flexibilidades y condiciones laborales impensables hace tan sólo una generación. Hoy ya nos encontramos con muchas actividades en las que no tiene relevancia el cómo, dónde y cuándo realicemos la tarea que tenemos asignada. Así que, si ya no sirve lo de trabajar de nueve a cinco, ¿por qué tendríamos que aplicar reglamentos estrictos al resto de condiciones laborales?. La capacidad de combinar trabajo y vida personal será un factor clave que modelará las vidas de las personas durante la próxima década.


En otras palabras una revolución cultural (basada en las capacidades y potencialidades que ofrece la tecnología), que supondrá grandes cambios en las organizaciones, entre los que destacan la ruptura de los principios de autoridad y gestión del poder que hemos conocido hasta hoy. 


Todas las organizaciones que no consigan adaptarse a estos retos es muy probable que, simplemente desaparezcan. Si las empresas no se adaptan a estas tendencias es posible que pierdan a sus mejores talentos, en dirección a organizaciones más ágiles o que simplemente optarán por otras modalidades laborales.

Un lío total. ¡Ya veremos donde estamos dentro de 10 años!