Hace tan sólo unas semanas planteaba que respecto al futuro del empleo hay algunas certezas que necesitamos afrontar, intentar resolver y bajo ningún concepto seguir mirando para otro lado.
Unas reflexiones que encontraréis en el post accesible en https://pauhortal.com/trabajo-y-empleo-algunas-certezas-version-2024-2/ y en el que planteaba que deberíamos actuar ante esta realidad de “forma no reactiva y perdamos el miedo a la experimentación. El reto es mayúsculo pero las oportunidades también. Y debemos de saber distinguir entre lo que es relevante y lo que no es”.
Planteaba también que “necesitamos hacer una transformación cultural lo que supone emprender dos viajes simultáneos. Uno es el ‘viaje de los sistemas’, donde debemos cambiar algunos de los elementos estructurales que fundamentan el actual marco social basado en el empleo del conjunto de la población y el otro es el ‘viaje personal’, que requiere cuestionarse sobre cómo funcionamos nosotros mismos” Lo que supone realizar un doble esfuerzo: el primero de carácter social con el objeto de poner estos temas en el centro del debate, y el segundo de carácter individual para cambiar nuestros paradigmas y asumir un compromiso personal en este proceso de cambio.
En todo caso las certezas, a las que hago referencia en el post indicado, podrían ser perfectamente cuestionadas, de acuerdo con los criterios formulados por Yubal Harari, tomando en cuenta las variables siguientes:
- Es probablemente la primera vez de la historia de la humanidad en la que nadie tiene una certeza sobre los cambios a corto plazo en el mercado de trabajo. Nadie puede prever lo que pueda ocurrir en los próximos 10 años. Con anterioridad podíamos tener un conflicto e incluso una pandemia pero teníamos una cierta claridad sobre como sería el mercado de trabajo. ¡Ahora es imposible!
- No sabemos cuál será el impacto de la IA en el empleo. Las investigaciones y predicciones en torno a su impacto son muy variadas y las conclusiones muy dispersas. Por ejemplo, actualmente uno de los esfuerzos educativos está en digitalizar a los más jóvenes y que aprendan tareas como la codificación. Pero esto es algo que en 10 años tal vez ya sea obsoleto, pues es posible que estas tareas las desarrolle la IA.
- Es posible que debamos afrontar el hecho de que la mitad de la población activa no pueda desarrollar un trabajo/empleo. Recordemos que hoy nuestras estructuras sociales están basadas en el hecho de que los seres humanos desarrollamos tareas para asegurar nuestra subsistencia. Si ello no es así en el futuro es evidente que muchas cosas deberán modificarse.
El filósofo Harari plantea la necesidad de que trabajemos ya en la regulación global de la IA. Necesitamos regulación e instituciones que la gestionen adecuadamente en un mix en el que todo no sea incorporar elementos que frenen el desarrollo de estas nuevas herramientas. La única forma de lidiar con la naturaleza cambiante y rápida de la tecnología es creando instituciones regulatorias que monitoreen constantemente los últimos cambios y reaccionen ante ellos. Unas instituciones que no pueden gestionarse con criterios administrativos y de control.
Necesitarán, siguiendo sus propuestas, dotarse del talento y de la flexibilidad necesaria que les permitan responder a los retos y al cambio que su desarrollo supone. “Si el mejor talento humano se va a las grandes empresas de IA y solo unos pocos van a las instituciones regulatorias, no hay posibilidad de regular”. Unas instituciones que tienen que ser necesariamente globales. “No podemos regular a nivel de un solo país (…) Este es el gran desafío que estamos enfrentando. Porque a diferencia, por ejemplo, de la proliferación nuclear, las barreras de entrada de la IA son más bajas. Por lo tanto, será aún más difícil”.
Tenemos que ser conscientes que, además, es muy probable que el control de la Inteligencia Artificial promueva nuevos conflictos a nivel mundial. Existe un peligro geopolítico basado en el hecho de que la IA genere una nueva era imperialista bajo el control de los países que sean más capaces de desarrollarla. Unos países que pueden tener incentivos para impedir al resto el acceso a determinados datos y a los resultados de los análisis.
Un nuevo escenario para la cooperación internacional, en un entorno de total incertidumbre, y en un momento en el que las tendencias en contrario son cada vez más fuertes y potentes.
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