Sabemos muchas cosas del futuro. No tenemos la certeza de cuándo sucederán, pero sí conocemos las líneas maestras.
Así inicia Xavier Marcet las reflexiones que incorpora en su artículo El trabajo y las Transiciones del Futuro accesible en el El trabajo y las transiciones del futuro | política&prosa (politicaprosa.com)
En cualquier caso, el reto que tenemos por delante no es el de describir cómo será el futuro sino decidir sobre las acciones que hemos de desarrollar en este periodo de transición. “Sabemos que el trabajo cambiará (…) La reflexión sobre el papel y los cambios del mundo del trabajo viene de lejos. No hace falta que nos remontemos en el tiempo para reeditar el concepto de trabajo alienante en Marx, pieza clave de El Capital”
Para el análisis de lo que puede ocurrir y de lo que debemos de hacer “mirar cómo (otros) se (lo) han imaginado nos ayuda, sobre todo para evitar nuestra tendencia a las exageraciones y al dramatismo absoluto” En este sentido Xavier propone revisar los textos “actualísimos que Emmanuel Mounier escribió en 1933 sobre el impacto del maquinismo en las personas (De la propiedad capitalista a la propiedad humana) ….. refrescar los textos de Peter Drucker y su concepto de trabajador del saber (El Management del siglo XX) (…) o los más recientes de Yval Noah Harari, que dedica al trabajo una de las (21 lecciones del siglo XXI)”. Tambien nos pueden ayudar las reflexiones que Albert Cañigueral nos propone en (El Trabajo ya no es lo que era)
A continuación, encontraréis 3 de las 5 certezas que podemos entrever y ante las que debemos de actuar. Las dos restantes y las reflexiones finales las incorporaré en un nuevo post que publicaré en las próximas semanas.
Primera: Es muy probable que los niveles de ocupación estable se reduzcan:
El impacto de la robotización y las incertezas en la mayoría de sectores conllevará la reducción de los niveles de contratación estable. “Será su forma de afrontar la complejidad. Las (organizaciones) necesitan ser consistentes para sobrevivir. La consistencia es su capacidad de evolucionar con aquellos a quienes quieren servir, manteniéndose medio paso por delante. Esto implica la necesidad de adecuar sus capacidades a las oportunidades futuras”. Y esta adaptación será mucho más compleja para aquellas que tengan estructuras burocratizadas.
La tendencia que parece más global es la que el futuro pasa por “organizaciones de núcleos estables pequeños que resuelven sus necesidades de flexibilidad con amplios perímetros poblados de trabajadores circunstanciales. Es muy probable que en muchos países haya dentro de una década más trabajadores que trabajen por cuenta propia que por cuenta ajena”. Los impactos sociales que pueden generarse socialmente en un contexto donde la mayoría de la población no ingresa si no vende individualmente sus servicios es altísimo.
Segunda: Consolidación de los formatos de trabajo de carácter híbrido
Las necesidades de continuar con las actividades organizativos en tiempo de pandemia han hecho que en seis meses se haya producido una aceleración “de la capacidad de trabajo a distancia (…) El teletrabajo ha permitido que la economía continuara funcionando. No obstante, no todo el mundo ha podido trabajar a distancia (el mundo no es solo digital)”.
Es posible que veamos instalada, a corto plazo, una nueva dualidad laboral entre los que puedan disponer de esta posibilidad respecto a aquellos cuya función/rol les exija la presencialidad e inclusive llegue a producirse (tomando en consideración el impacto anterior) “una precarización del mundo del trabajo”. Mientras habrá que analizar también el impacto que estas nuevas formas de trabajo tendrán en las estructuras organizativas, en la gestión y en la forma de ejercer el liderazgo.
Tercera: Impacto creciente de la automatización y las tecnologías basadas en datos.
“El impacto de las tecnologías de datos (consolidará) la tendencia a sustituir personas por máquinas.». Tendremos que verificar si este proceso de sustitución será más importante que ka creación de nuevos trabajos para las tareas vinculadas a las tecnologías digitales y la robotización”. Un proceso que hace que incluso en los países más robotizados el “saldo de puestos de trabajo no tiende a incrementarse. La tendencia apunta a (lo contrario)”.
Este impacto tiene, en todo caso, sus límites. “En algunas cosas cambiaremos las personas por la tecnología porque obtendremos así más eficiencia y más valor. Pero en otras no consideraremos que la eficiencia implique sistemáticamente más valor” Ante este proceso deberíamos ser capaces de impulsar iniciativas centradas en la búsqueda de entornos de colaboración entre las organizaciones, modificar los sistemas formativos y de aprendizaje y crear sistemas fiscales diferentes para las organizaciones/actividades centradas en los servicios (personas) de aquellas centradas en los productos (tecnologías).
En cualquier caso “estos tres vectores de impacto tendrán incidencias diferentes». No será lo mismo en las industrias que en las organizaciones vinculadas a los servicios y a la logística o en las administraciones públicas. En este último ámbito nos encontraremos con «algunas (que) evolucionarán lentamente y otras se autobloquearán hasta perder completamente el sentido de su misión de servir a los ciudadanos».
Pero no debemos preocuparnos. Seguiremos siendo humanos a pesar de la tecnología y de los cambios con los que vamos a tener que convivir.
PD… estas reflexiones, como he indicado al inicio, están inspiradas en las que realiza Xavier Marcet en el artículo cuya referencia igualmente cito. Aunque estén desarrolladas y estructuradas conforme a mi propio criterio personal.
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