La pandemia no ha hecho mas que acentuar tendencias que ya vivíamos a finales del 2019 y probablemente situarnos ante la evidencia de la fragilidad y vulnerabilidad del modelo social y económico que estamos construyendo entre todos.
Con estas reflexiones inicio el primero de los post de esta serie accesible en Empleo. Reflexiones «veraniegas» sobre el futuro – Pau Hortal
Aunque en las anteriores revoluciones industriales, desde los inicios del modelo capitalista, siempre se ha producido un proceso de elevado impacto en los volúmenes de empleo/actividad a corto plazo, que rápidamente es compensado por la creación de nuevas actividades, no tenemos ninguna certeza de que esto vaya a ocurrir en este momento.
Al contrario, es posible que esta crisis tenga un comportamiento distinto y que su consecuencia sea la de que el concepto de “pleno empleo” haya pasado a la historia.
Aunque algunos pensemos que lo que estamos haciendo es simplemente trasladar los problemas a las próximas generaciones nuestro reto, a corto plazo, es el de optimizar el impacto de los 140.000 millones de euros que nos van a corresponder del Fondo de Recuperación Europeo. Si lo hacemos bien podríamos, incluso, salir más fortalecidos de lo que lo estábamos en el momento de inicio de la crisis. Sin embargo, en estas «reflexiones veraniegas» las dudas surgen de forma inmediata.
Ahora nos ha tocado una especie de lotería con esos fondos europeos, pero sería un error limitarnos a usar esos recursos para reponer los daños en el tejido productivo. Necesitamos un amplio debate social sobre qué hacer para garantizar la recuperación y crear actividades de valor añadido. Debemos gestionar estos fondos de forma inteligente, e impulsar los cambios que necesita la modernización de nuestro tejido productivo. Para conseguirlo tenemos que:
- Poner en marcha inversiones dinamizadoras en sectores tecnológicamente intensivos, en transición energética o en digitalización.
- Abordar profundas reformas en nuestro sistema formativo.
- Crear entornos de aprendizaje en las organizaciones.
- Diseñar un marco legal que no actúe como freno a estas nuevas realidades.
- Desarrollar unas políticas activas de empleo eficientes.
Por último, no podemos perder esta oportunidad para cambiar y mejorar los 3 sectores que ahora han sido los más afectados por la crisis: hostelería, comercio y turismo. Necesitamos también, generar capital humano competente, nuevas infraestructuras, apostar por la calidad y no por la cantidad y favorecer la constitución de grandes empresas con mayor capacidad de innovación.
La inestabilidad política, la crisis del modelo democrático y la polarización social son fenómenos que estan directamente relacionados con el impacto que los procesos de robotización y transformación está generando y con el incremento de las desigualdades sociales. Las «clases medias” están en un proceso irreversible de desaparición. El modelo económico actual está dejando en la cuneta a amplios segmentos de la población. Ya tenemos la evidencia de que, por primera vez en la historia de las economías avanzadas, las generaciones nacidas a partir de la última década del siglo XX van a vivir, probablemente peor, que las que les precedieron.
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