En estas jornadas ya cercanas a la cita electoral del próximo día 26 quiero recordar que hace tan sólo unos días hemos “celebrado” el quinto aniversario de nacimiento del que después fue llamado “movimiento del 15-M”.
Escribí el 18/06/2011 un post titulado «El movimiento del 15-M» http://pauhortal.net/blog/el-movimiento-del-15-m/. En él afirmaba que gracias a este movimiento nos convertimos por unos días en “punto de interés a nivel mundial, lo que no es necesariamente malo” Decía también que debíamos de ser conscientes que el movimiento no era más que la respuesta de la generación nacida después del cambio político del 76 tanto a la situación económica que estábamos viviendo, a su falta de expectativas de futuro cómo al “desencanto sobre la capacidad de la clase política española para resolver la situación”.
Siguiendo al editorial de La Vanguardia del pasado 15 de Mayo, creo que es conveniente recordar el contexto en el que se produjo la protesta: la presencia de una crisis económica (tres años) que hoy sabemos va a suponer la cuasi desaparición de las llamadas clases medias, el inicio del proceso de recortes en el gasto público que llevó al hundimiento del partido socialista en las elecciones celebradas meses después, la presencia de unos índices desempleo juvenil sin precedentes y la inexistencia de perspectivas profesionales para la generación de jóvenes más formada de nuestra historia. En él ámbito internacional es el momento en que se producen las primeras imágenes sobre lo que en aquellos momentos convenimos en denominar bajo el concepto de primavera área y que ha terminado siendo la génesis de lo que hoy conocemos por ISIS y el problema de los refugiados en Europa.
Sigue el citado editorial “el 15-M no dio pie a un movimiento social estable y unitario, ni tampoco tuvo una traducción política inmediata. El movimiento como tal parecía disgregarse, en diferentes plataformas sectoriales, entre ellas la dedicada a combatir los desahucios. El 15-M se disgregó pero no se evaporó. Dejo su huella, una huella profunda. Tres años después, con una situación política y social todavía más erosionada, la sorprendente aparición de Podemos en las elecciones de Mayo del 2014 indicaba la existencia de un corriente intenso de protesta en el interior de la sociedad española”.
Una corriente que se expresó en las últimas elecciones al parlamento del Estado con la ruptura del bipartidismo imperfecto, base fundamental sobre la que se ha desarrollada la vida política en España desde la transición política, y que sin ninguna duda va a consolidarse en las elecciones del 26 de Junio.
Conviene recordar que el 15-M no fue algo surgido de la nada… fue consecuencia de un proceso profundo sin el cual no sería entendible (cómo pronostiqué en el post referenciado) la situación política ni el cisma generacional y social que hoy vivimos en el país.
Como todos vosotros desconozco cuál va a ser finalmente el resultado de estas próximas elecciones. Es posible, incluso, que Podemos (y con mayor probabilidad después del acuerdo electoral con IU) pueda dar el “sorpasso” al PSOE, pero lo que no parece es que pueda gobernar.
Como refuerzo de ésta posición me permito recordar lo publicado por Fernando Ónega en la Vanguardia el pasado 7 de Abril en el articulo cuyo link os adjunto: www.lavanguardia.com/politica/20160407/40943661801/el-gobierno-estupido.html. Para Ónega lo importante no es la posibilidad de formar un gobierno sino la de gobernar, entendiendo tal cualidad como la que permite “tomar decisiones que sean acordes con las necesidades que hoy tenemos que resolver, (a saber): la primera, que quienes formen equipo no estén en las instituciones y en los papeles como están hoy llamándose intolerantes y otros piropos (….), la segunda, que compartan alguna idea (…) y que no se muevan estrictamente por la obsesión de echar a Rajoy de la Moncloa (…) la tercera, que sean capaces de votar lo mismo por convicción o por disciplina (…) la cuarta, que transmitan al país una sensación de normalidad y seguridad (…) Y la quinta que resume las anteriores: que los partidos firmantes sean capaces de organizar un gobierno serio, estable y capaz de superar las tentaciones electoralistas”.
Recordemos que formamos parte de una UE que para bien y para mal condiciona y limita la libertad de decisión de los gobiernos nacionales, y que ya tenemos experiencia sobre lo que ocurre con una formación política que, probablemente de forma no voluntaria, se ve en la obligación de poner en marcha políticas que están en contra de sus planteamientos programáticas y de las expectativas, probablemente bienintencionadas pero a veces imposible de ser llevadas a cabo, de sus electores.
Creo, en este punto, que es bueno recordar lo ocurrido en Grecia en el sentido que una cosa es llegar al gobierno y otra cosa gobernar. O sin ir más lejos los pasos dados por los gobiernos municipales de las ciudades de Madrid y Barcelona.
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